Es urgente reformar la actual Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid.
El pasado 24 de octubre el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid conoció - y analizó- un informe sobre el borrador de anteproyecto de la nueva Ley de Urbanismo y Suelo de la Comunidad de Madrid. No conocemos oficialmente el documento, ya que no ha sido enviado a los Grupos Parlamentarios. Y aunque todo apunta a una estratagema de distracción, de las muchas del Gobierno de Cristina Cifuentes, ante la inminente puesta en marcha en la Comisión de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio, de una Ponencia que analice la actual Ley del Suelo y proponga medidas, los socialistas de Madrid tenemos opinión sobre este asunto tan importante para los madrileños y madrileñas.
Como
reflexión general creemos que la nueva Ley del Suelo debe ser integral del
territorio, incorporando al texto aspectos ambientales y territoriales, además
de los propios del suelo. Debe ser, además, una Ley breve, con principios
básicos, más un único reglamento completo que integre los contenidos de
planeamiento, gestión y disciplina, concentrando la gran cantidad de normas
dispersas actuales en una única. Debe ser clara, evitando el carácter técnico
(y oscuro) de la actual Ley, que solo está al alcance de los iniciados; si
queremos devolver el urbanismo a los ciudadanos hay que simplificar términos,
conceptos, procedimientos y reglas urbanísticas.
Y
sobre todo, la nueva Ley del Suelo debe
centrarse fundamentalmente en la rehabilitación y la regeneración urbana.
Resulta
sorprendente que los responsables del Gobierno de Cristina Cifuentes, del
Partido Popular apoyado por Ciudadanos, prediquen una cosa y ofrezcan otra. El
texto que conocemos, un texto largo de 273 artículos, tres disposiciones
adicionales, 11 transitorias y una disposición derogatoria, no incluye los
cambios que se han venido exigiendo por profesionales, operadores y
ayuntamientos. Hasta la fecha, ni siquiera la discusión de un nuevo texto ha
sido ofrecida a la totalidad de un sector que quiere normalizar, cuanto antes,
las reglas del juego, unas reglas en cuestión por las más de 100 modificaciones
ad hoc de la actual Ley del Suelo, llevadas
a cabo a través de múltiples cambios legislativos.
El
texto que conocemos pretende otorgar una amnistía urbanística generalizada al
pretender normalizar los denominados asentamientos
no regularizados, es decir, legitimar ilegalidades sin exigir las cesiones
que tuvieron que hacer otros, legalizando lo existente, permitiendo incluso que
se mantengan fosas sépticas, obviando las correspondientes cesiones de
aprovechamiento urbanístico y dotaciones públicas de zonas verdes o
equipamientos. Además, se prevén usos excesivos del suelo urbanizable
protegido, legalizando de facto cualquier
actividad, generalmente lucrativa, incluso las que están ilegalmente en zonas
catalogadas de alto valor ambiental.
El PP de Cristina Cifuentes se empeña en mantener la cesión del
aprovechamiento urbanístico en el 10%, cuando la Ley estatal, en vigor, permite
llegar al 15%, reduciendo, además, de manera espectacular el mínimo de cesiones
dotacionales, dejando en 30 los metros cuadrados por cada 100 metros cuadrados construidos
(no es baladí recordar que la Ley 9/2001 inicial preveía un mínimo de 120
metros cuadrados de cesión por cada 100 metros cuadrados construidos).
Se
podrán destinar a equipamientos privados suelos obtenidos como equipamiento
público por las cesiones obligatorias (y gratuitas, no lo olvidemos) cuando
debería garantizarse el destino público de estas cesiones. Sólo así se entiende
que la propuesta reduzca a la mínima expresión la reserva de suelo para
viviendas protegidas, cuando nuestra apuesta debe seguir siendo un mínimo del
50% de vivienda pública protegida de precio básico, la que más falta hace para
la gente en este momento.
Es
cierto que los Planes Urbanísticos y su modificación tienen un recorrido
administrativo y de aprobación muy largo. Acortar los plazos sería
recomendable, pero no se puede hacer a costa de la seguridad jurídica de los
ciudadanos. Los municipios más pequeños de nuestra Comunidad carecen de los
medios adecuados para el desarrollo del planeamiento que, bien ejercido,
ayudaría al crecimiento económico de su territorio. Los Planes Generales de
Ordenación Urbana simplificada son irreales en tanto en cuanto tenemos más de
130 municipios que rigen su urbanismo a través de Normas Subsidiarias. Si el
gobierno del PP de la Comunidad de Madrid no ha sido capaz de reconvertir en 15
años Normas Subsidiarias en Planes Generales no creemos que se haga en cuatro
años sin medios técnicos y económicos; desde luego la amenaza del castigo urbanístico por la inadaptación
no surtirá el efecto esperado.
A
este respecto, además, pensamos que la Comunidad de Madrid no debe tener la
competencia absoluta sobre el planeamiento general de los municipios. Si
queremos avanzar en la agilidad de la aprobación del urbanismo madrileño, los
municipios de mayor población deben tener las competencias para la aprobación
definitiva de sus planes generales, sin perjuicio de que la Comunidad de Madrid
deba emitir, en su marco competencial, un informe preceptivo y vinculante.
El
planeamiento debe descansar, por cierto, sobre el medio urbano, cosa que el
borrador de anteproyecto no hace; más bien lo ignora al ocuparse solo unos
pocos artículos, insuficientes a todas luces, de la regeneración urbana, sin
proponer nada relativo a la rehabilitación o regeneración de nuestras ciudades.
Ni
siquiera mejora la participación ciudadana, que sigue siendo testimonial para
el PP, ya que se ejerce en un momento posterior a la redacción del Avance. Los
socialistas pensamos que las opiniones y propuestas de vecinos, entidades y
cualquier interesado deben ser en la fase de redacción del Avance del Plan
General de Ordenación Urbana, porque el Avance YA es planeamiento. El borrador
aprovecha para regular un sistema de habilitación a las denominadas entidades privadas colaboradoras que no
es otra cosa que una posible privatización encubierta del ejercicio de
funciones públicas, y que no deben dejar de serlo.
Desde
luego, seguir contemplando la enajenación directa de los bienes integrantes del
Patrimonio Público de suelo y que no se prevea la sujeción directa a los
derechos de tanteo y retracto en favor de la administración pública de las
transmisiones de suelo o vivienda sujetas al régimen de protección pública no
ayuda a que pensemos que el interés del Gobierno de Cifuentes es el
colectivo. Todo lo contrario más bien. Y nuestras sospechas se confirman cuando
el borrador pretende convertir en bienes patrimoniales aquellos terrenos que
fueron objeto de cesión a la Comunidad de Madrid en concepto de redes supramunicipales. Estos terrenos
fueron destinados a dotaciones públicas y no pueden dejar de ser bienes
demaniales. Un nuevo intento de hacer negocio, una vez más, con lo público, lo
de todos.
Por
último, quizá sea el momento de reivindicar la potestad pública del
planeamiento urbanístico. Si el urbanismo es una función pública, y lo es, no
es preciso realizar contratos con los interesados. No
debemos olvidar que algunos desaprensivos utilizaron los convenios urbanísticos
como una herramienta clave en presuntos supuestos de corrupción urbanística.
En
definitiva, es necesario que la Comunidad de Madrid lidere el cambio de
paradigma legislativo del urbanismo en nuestro país. El urbanismo del gobierno
del PP en la Comunidad de Madrid no cumple con los fines públicos y finalistas
que tiene encomendado. Ya es hora de reformular la esencia del urbanismo que
debe mirar a la renovación urbana. Y hay que hacerlo de común acuerdo, con el
máximo consenso de todos. Sólo así podremos hacer planificación territorial
estratégica en nuestra Comunidad, que buena falta le hace.
Consultar el artículo en El País del pasado 17 de diciembre de 2016.
Consultar el artículo en Madridiario del pasado 23 de diciembre de 2016.
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