jueves, 11 de julio de 2019

Discurso de Ángel Gabilondo 10 de julio 2019



Deseamos un cambio en Madrid, no para trastornar la buena política sino para modificar las formas de gobernar y la realidad de las condiciones de vida de los ciudadanos. No para trastornar sino para transformar.
Nosotros hemos ofrecido y ofrecemos un marco abierto para un diálogo al respecto. Hemos propiciado espacios, como fuerza más votada, y lo hicimos y lo seguiremos ofreciendo a aquellos grupos que crean en la necesidad de ese cambio. Comprendemos que el Partido Popular pretenda ratificar su línea de actuación, lo que nos sorprende más es que Ciudadanos trate de sustentarla, mientras, a la par, preconiza la necesidad de regeneración y de cambio. Salvo que entienda que ese cambio consista en que ellos participen de la continuidad y del poder.
¿Quieren conformar un gobierno que denominan de centro-liberal y buscan el apoyo de Vox? Si realmente Ciudadanos prefiere tender la mano a Vox para sustentar al gobierno del Partido Popular, lo interesante será que lo digan explícitamente. Por nuestra parte, insistimos en buscar una opción que no bloquee amparándose en bloques fabricados con su propia argamasa, desde un Ciudadanos que enlaza al PP con Vox ofreciéndole la mayoría requerida. Primero se construye el bloque y luego se constata que la situación está bloqueada, incluso enfrentada. ¿Es este el horizonte que ofrecen para nuestra región? ¿Qué estabilidad es esa? ¿Qué moderación preconizan? 
Consideramos que la mayor estabilidad nace del acuerdo abierto y plural y de la moderación. Por tanto, nos sentimos alejados de propuestas extremas que ponen en cuestión los derechos y libertades, que no han de supeditarse a la adopción de las decisiones de gobierno.
Pretender encerrarnos en un bloque y encerrarse ustedes en el suyo es un grave error. Así no mejoraremos ni reformaremos nada seriamente.
Hemos buscado abrir este planteamiento y hemos ofrecido textos y espacios marco de conversación. Y no solos, como ya conocen. El Grupo Socialista nos hemos esforzado en buscar apoyos entre los demás grupos parlamentarios para la conformación de una mayoría hasta sumar un total, por el momento de 64 diputados y diputadas, una cifra que hasta ahora ningún otro posible candidato ha alcanzado. En este sentido, quiero agradecer la capacidad de diálogo y la vocación constructiva de los grupos parlamentarios de Más Madrid y Unidas Podemos en esta Asamblea, y particularmente a sus portavoces Iñigo Errejón e Isabel Serra. Hemos encontrado respuesta y hemos trabajado conjuntamente, a pesar de nuestras diferencias, para procurar la base de un diálogo: un texto abierto para regenerar y transformar la Comunidad.
Propusimos a Ciudadanos el mismo documento de `Bases para un acuerdo de investidura´ abierto, desde la convicción de que resulta esencial conformar un gobierno en Madrid que ponga en el centro de su preocupación abordar y resolver los problemas de la ciudadanía, hacer una propuesta de regeneración, de moderación y de eficiencia en la gestión de los servicios públicos, así como la defensa de los derechos y libertades logrados con tantos años de participación democrática. Esto exige un espacio plural para ofrecer a nuestra Comunidad una salida digna de la actual situación.
No comprendemos, por tanto, la negativa de Ciudadanos a dialogar con nosotros. La experiencia de los últimos cuatro años constata que cuando se trata de iniciativas vinculadas a ideas o proyectos, encontramos entre diversos grupos no pocos espacios de coincidencia. Lamentablemente, esas coincidencias se diluían cuando se trataba de aspectos decisivos legislativos, de investiduras o presupuestarios, en los que Ciudadanos se acabó consolidando como sostén de los gobiernos del Partido Popular.
Hemos sido la lista más votada. Emplearé las expresiones escuchadas estos años en la Asamblea por parte de algunos de ustedes al referirse a su Grupo, el  Popular, como argumento de autoridad para sustentar su refutación a cualquier cuestionamiento: “Somos el Partido preferido por los madrileños en las urnas, los ganadores de las elecciones”, decían. Mientras, su socio, Ciudadanos, argumentaba que los apoyos se prestaban por ser la lista más votada.
A pesar de eso, no cuestionamos la legitimidad de lo que pudiera resultar del proceso y del debate; es su pertinencia lo que nos preocupa. Por cuidado a los votantes, a la ciudadanía, y por respeto para con ella, y por responsabilidad, hacemos valer sus razones para ser preferidos, y no como un gesto de ostentación o de arrogancia, sino para defender una posición a favor de un cambio en Madrid tras veinticuatro años de gobiernos del Partido Popular. Y con algunas secuelas.
Y ello acompañado por una urgencia, la de la necesidad de responder a los problemas de la ciudadanía con igualdad de oportunidades, sin exclusiones, por una sociedad próspera y con bienestar, con crecimiento inclusivo, sin dejar a nadie al margen, y menos en nombre de una libertad abstracta, considerada aisladamente, sin justicia.
La Comunidad de Madrid es una región de enormes posibilidades y resultados, pero vista integralmente, como hemos de hacerlo desde la Asamblea de Madrid, no han de enmascararse en la autocomplacencia las difíciles condiciones de vida de miles de madrileños y madrileñas.
Presentar un acuerdo entre el Grupo Popular y Ciudadanos como algo cerrado, mientras se insiste en que van a explicárnoslo a los demás, pidiendo nuestra adhesión, malinterpreta la noción de consenso, de diálogo y de participación y preanuncia, de modo inquietante, una concepción del poder y de la forma de gobernar. Y minusvalora a los otros grupos parlamentarios de la Cámara.
No pretendan reducirnos a oyentes, a pacientes, cuya posición solo puede ser la de adhesión o rechazo, ratificando y sancionando lo ya acordado por ustedes.
Tenemos que sustituir la tendencia a la inestabilidad y al bloqueo, por la cultura del diálogo y el pacto.  Sin embargo, tal pareciera que se sigue viviendo en el ensueño de una mayoría absoluta para consolidar un bloque y no en el acuerdo como forma de concebir mayorías. Los madrileños, el 26 de mayo, decidimos una nueva composición de la Cámara de Madrid. 
No es nuestra voluntad ni nuestro estilo descalificar personalmente, y menos aún suponer que en estos años no ha habido extraordinarias personas, competentes, honestas y dedicadas, trabajando al servicio público, también desde el Gobierno, por la Comunidad de Madrid.
Pero es cierto que se ha puesto en riesgo la arquitectura institucional, por un modo de concebir el poder, por unas prioridades y unas formas de gobernar que no siempre han puesto en primer lugar el interés común, sino tantas veces los intereses particulares, incluso los propios, hasta extremos que bien conoce la sociedad madrileña: Canal de Isabel II, Campus de la Justicia, Avalmadrid, Lezo, Púnica, Gürtel, a los que la ciudadanía ha censurado electoralmente y que los tribunales dirimirán a lo largo de esta Legislatura.
Ahora estamos ante una investidura. Lo razonable es que un candidato tuviera el espacio para propiciar ese cambio, incluso para presentarlo, para exponer su programa de gobierno y defenderlo ante el Pleno, para debatirlo, amparado, esta vez en mi caso por 885.000 votos, 37 diputados y diputadas, y, hasta ahora, 64 apoyos recibidos. Por el contrario, más bien parece prepararse únicamente la llegada a quien representa la continuidad de esos años y de esas políticas, que tanto tienen que ver con la gestión ineficiente ante la necesidad de reformas.
Ni he renunciado ni renuncio a mi derecho de ser propuesto como candidato. Convocar una sesión de investidura sin candidato a presidir un gobierno autonómico ante la `imposibilidad de proponer un candidato´ porque, según se dice, `no reúne los apoyos para una investidura viable´ no es a nuestro juicio una interpretación adecuada del mandato estatutario y reglamentario.
Disentimos de la interpretación realizada, dada la competencia del Pleno y del derecho particular de cada parlamentario no sometido a un mandato imperativo. En un parlamentarismo democrático, en nuestra Asamblea, no ha de descartarse que la decisión individual pueda surgir de los argumentos expuestos en el Pleno. Había y hay candidato. Lo que ha faltado es que el presidente lo haya propuesto. Quien ha de ser viable es el candidato. El Reglamento de la Asamblea no pide que lo sea su investidura.




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