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lunes, 8 de julio de 2024

EL ENIGMA DE CLEOPATRA

Reproduzco a continuación un magnífico artículo de Arantza García sobre Cleopatra publicado el pasado 6 de junio en Ethic.  

Cleopatra, una figura legendaria en la historia, ha sido retratada a menudo como una seductora y astuta reina egipcia. Sin embargo, detrás de su fachada pública se encontraba una mente excepcionalmente aguda, una mujer dotada de una gran inteligencia y visión estratégica que la convirtió en una de las líderes más destacadas de la antigüedad.



No hay retratos de Cleopatra. Nadie puede afirmar cómo era de alta, su tono de piel o el color de su cabello. Nunca ha habido tanta curiosidad por saber cómo era físicamente un personaje histórico. Sin embargo, no hay ningún relato ni representación artística que describa su imagen. Plutarco, en una de sus Vidas paralelas, dice que su voz era bellísima, la compara con un instrumento musical. Lo que sí está documentado es que parte de su atractivo emanaba de su carisma, del encanto que irradiaba su personalidad.

Para la historiadora británica Mary Beard, las miles de representaciones de Cleopatra a lo largo del tiempo están «basadas en una peligrosa serie de deducciones a partir de pruebas parciales o descaradamente poco fiables». Se sabe tan poco sobre ella que Beard sostiene que Cleopatra debería aparecernos hoy como «la reina sin rostro».

Primer dato importante, los antecesores de Cleopatra no eran egipcios, sino macedonios. Su árbol genealógico se remontaba al general macedonio Ptolomeo, quien obtuvo Egipto como propiedad después de que Alejandro muriera y sus territorios se dividieran. Ptolomeo creó su propia dinastía, la ptolemaica, que era a la que pertenecía Cleopatra.

Con un personaje como Cleopatra, los nuevos descubrimientos nunca dejan de aparecer. En 2009 un grupo de investigadores del Instituto Arqueológico de Austria identificó el esqueleto de su hermana menor, la princesa Arsinoe, en una tumba de más de 2.000 años en Éfeso, Turquía. La evidencia obtenida al estudiar las dimensiones del cráneo de Arsinoe indica que tenía algunas características de los blancos europeos, los antiguos egipcios y los africanos negros.

¿Cleopatra se consideraba egipcia? Según Joyce Tyldesley, profesora de Egiptología en la Universidad de Manchester y autora de Cleopatra: La última reina de Egipto: «Era reina de Egipto. ¿Qué más se habría considerado? Su padre era rey de Egipto, una de sus hermanas había sido reina. Creo que se consideraba egipcia, aunque no una nativa, sino una egipcia griega».

Desde una edad temprana, Cleopatra demostró una capacidad intelectual excepcional. Se sabe que dominaba varios idiomas, incluyendo el griego, el egipcio y el latín, lo que le permitía comunicarse con una amplia gama de personas en su reino y más allá de sus fronteras. Conocía la lengua del Antiguo Egipto y había aprendido a leer jeroglíficos, un caso único en su dinastía. Aparte de esto, conocía las lenguas de los partos, hebreos, medos, trogloditas, sirios, etíopes y árabes. Esta habilidad lingüística no solo facilitó su diplomacia, sino que también le otorgó una ventaja estratégica en el complejo entorno político del Mediterráneo oriental.


Además de su dominio de los idiomas, Cleopatra también recibió una educación en historia, filosofía y matemáticas. Se cree que estudió en la prestigiosa Biblioteca de Alejandría, donde tuvo acceso a una amplia variedad de textos y conocimientos. Esta formación académica contribuyó a su capacidad para comprender y navegar por los intrincados asuntos políticos y militares de su época.

Pero más allá de su inteligencia académica, lo que realmente destacó fue su astucia estratégica y su habilidad para utilizar las circunstancias a su favor. Cleopatra entendía la importancia del poder político y la necesidad de mantener el control sobre su reino.

Cuando falleció su padre en el año 51 a.C., Cleopatra, que contaba con 18 años, se encontró envuelta en una disputa sobre la sucesión al trono de Egipto. Inicialmente gobernó junto a su hermano menor, Ptolomeo XIII, incluso casándose con él conforme a las costumbres egipcias. Sin embargo, Ptolomeo XIII ansiaba el poder para sí mismo y desató una guerra civil al intentar eliminar a Cleopatra del gobierno. En respuesta, Cleopatra huyó a Siria, territorio bajo control romano.

Dado que el padre de Cleopatra había sido un aliado de Roma, los hermanos rivales buscaron apoyo entre distintas facciones en la guerra civil en curso en Roma. Desde su exilio, Cleopatra solicitó la ayuda de Julio César, entonces general y político romano que aspiraba a consolidar su poder como dictador absoluto de Roma, para restaurar su autoridad en Egipto.

Un ejemplo notable de su astucia estratégica fue su relación con dos de los líderes más poderosos de su tiempo: Julio César y Marco Antonio. Cleopatra reconoció la oportunidad de asegurar la protección y el apoyo de Roma para Egipto al formar alianzas con estos líderes. Su relación con Julio César no solo le proporcionó un aliado poderoso en su lucha por el trono egipcio, sino que también le permitió mantener el control sobre Egipto mientras Roma estaba inmersa en la guerra civil.

Tras la muerte de Julio César, Cleopatra se unió a Marco Antonio en una alianza política y personal que desafió las normas sociales de la época. Juntos, buscaron expandir el poder de Egipto y enfrentarse a sus enemigos comunes. Cleopatra desempeñó un papel activo en la estrategia militar de Marco Antonio, proporcionándole consejos y apoyo logístico que demostraron ser cruciales en sus campañas militares.

Como explica Adrian Goldsworthy, autor de Antonio y Cleopatra: «Ella necesitaba el apoyo de César y de Marco Antonio. Al primero para que la salvara del exilio y, al segundo, para que la escogiera como reina en su país. A cambio, aportaba riqueza y recursos. Con César tenía mucho en común. Eran igual de inteligentes y se admiraban. Sabían, probablemente, que se utilizaban y eso les unía todavía más. La primera parte de la relación con Marco Antonio duró seis meses. Después hubo una separación de tres años y medio, y cuando volvieron a juntarse ya no se separaron nunca».

Sin embargo, la caída de Cleopatra ante Octavio, posteriormente conocido como el emperador Augusto, marcó el fin de una era. A pesar de su valiente resistencia, Cleopatra fue derrotada por las fuerzas romanas y optó por el suicidio en lugar de caer en manos de sus enemigos. Su muerte puso fin a la dinastía ptolemaica y marcó el comienzo del dominio romano sobre Egipto.

Cuando Cleopatra murió, tenía 39 años. Fue momificada y enterrada junto a Marco Antonio, con quien había convivido durante 11 años. Pero la ubicación de la tumba es un enigma que aún no se ha desvelado. Los arqueólogos la buscan incansables, ya que sería «el hallazgo más sorprendente del siglo XXI».

Miles de años después, aún hay grandes enigmas alrededor de Cleopatra. El dramaturgo inglés William Shakespeare escribió sobre la última reina de Egipto en la obra Antonio y Cleopatra: «La edad no puede marchitarla, ni la costumbre debilitar la versatilidad infinita que hay en ella». 

Descargar el artículo en la web de Ethic

martes, 11 de junio de 2024

ANTIGUO EGIPTO

 

Localizado un brazo extinto del Nilo que explica la enigmática ubicación de las pirámides de Egipto. 



Un nuevo estudio localiza y cartografía una antigua rama del río que fluía por la zona donde se hallan estas estructuras y que hoy es pleno desierto. 

Las pirámides de Guiza (Egipto) están reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

MARC ESPAÑOL.

La mayoría de las pirámides del antiguo Egipto se agrupan en una estrecha franja de desierto que se extiende a lo largo de la falda de la meseta del desierto occidental del país. Se da por sentado que estas monumentales estructuras se construyeron cerca de vías fluviales que facilitaron el transporte de los materiales de construcción y la mano de obra. Pero hoy el Nilo, que es el único río que riega esta inhóspita tierra, fluye a kilómetros de distancia. Y sus antiguos brazos, incluido el que debería explicar la concentración de pirámides en una franja que ahora se encuentra en pleno desierto, continúan sin conocerse bien del todo.

En un intento de seguir resolviendo este enigma, un equipo de investigadores de diversos países ha identificado recientemente segmentos de un importante brazo extinto del Nilo —al que han bautizado como el Brazo de las Pirámides—, que atraviesa precisamente la zona. Gracias a imágenes de radar por satélite, perforaciones profundas del suelo y análisis geofísicos, el grupo ha podido estudiar la parte del valle del Nilo que se halla junto a las pirámides. Y tras una investigación exhaustiva, publicada por Nature la pasada semana, sostienen que este brazo fluvial fue fundamental para la construcción de las icónicas estructuras egipcias.

“El hallazgo de este antiguo brazo, cerca del emplazamiento de las pirámides, indica que efectivamente desempeñó un papel clave en el transporte de los enormes materiales de construcción y de los obreros necesarios para su construcción”, apunta Mahfooz Hafez, uno de los miembros del equipo y del Instituto Nacional de Investigación en Astronomía y Geofísica de Egipto (NRIAG). Para este especialista, el brazo extinto era parte de una “superautopista de transporte fluvial”.

A lo largo de los últimos milenios, el paisaje del valle del Nilo a su paso por Egipto ha experimentado grandes cambios. El estudio señala que hace unos 12.000 años, durante el llamado Período Húmedo Africano, el árido desierto del Sáhara se convirtió en un entorno parecido a la sabana, con amplios sistemas fluviales, debido a un aumento global del nivel del mar. Entonces, el Nilo contaba con brazos secundarios que discurrían por su llanura aluvial, y la vida humana aún no se concentraba en su valle por los altos niveles de agua.

Esta fase húmeda de la región fue terminando de forma gradual hace alrededor de 5.500 años, lo que empujó cada vez a más personas a desplazarse hacia zonas elevadas ubicadas en los límites de la llanura aluvial del valle del Nilo, que todavía estaba bañada por varias serpenteantes ramificaciones del río. Durante aquella transición llegó el período del Reino Antiguo de Egipto, sobre el 2.600 antes de Cristo, que fue cuando se construyeron las primeras pirámides.

Entonces, como ahora, el Nilo fue la principal fuente de vida para Egipto. Pero con el paso del tiempo, y la paulatina desertificación de la región, su curso central continuó desplazándose hacia su base y sus brazos secundarios se secaron, abandonando antiguos asentamientos humanos en latitudes cada vez más remotas. Por dónde fluían exactamente aquellas ramas del Nilo y qué aspecto presentaban, sin embargo, sigue siendo en parte un rompecabezas.

En el pasado se han llevado a cabo estudios para intentar localizar estos antiguos brazos del Nilo, e investigaciones recientes habían detectado una rama fluvial y un entorno parecido a un pantano a los pies de las pirámides de Guiza. El trabajo recientemente publicado refuerza la existencia de un brazo fluvial perdido hace mucho tiempo, pues es el primero que proporciona un mapa de aquel entorno en la franja desértica donde se concentran las pirámides. También aporta nuevas claves sobre por qué se levantaron en sus ubicaciones actuales y cómo los antiguos egipcios accedían a sus complejos.

“Se habían realizado estudios para descubrir antiguos canales enterrados del Nilo, pero esta vez dirigimos nuestra atención a conocer la relación entre el río y las pirámides, y a por qué están todas distribuidas en la orilla occidental del Nilo”, señala Hafez.



En busca de templos perdidos

Mediante el análisis de imágenes de radar, los investigadores han podido identificar que el brazo de las pirámides se hallaba entre 2,5 y 10 kilómetros al oeste del curso moderno del Nilo. Tenía una profundidad de entre dos y ocho metros, una anchura de 200 a 700 metros, y se extendía a lo largo de unos 64 kilómetros, bordeando una treintena de pirámides.

Las pirámides del antiguo Egipto se hallaban en complejos con otras estructuras, incluido un templo relativamente alejado a orillas de un cuerpo de agua conectado con el resto mediante una calzada. El estudio señala que estos templos actuaban como puertos fluviales, y ha determinado que los cinco que han sobrevivido parcialmente hasta hoy se encuentran junto a la orilla de lo que fue el brazo fluvial de las pirámides y que todas las calzadas discurren perpendiculares a su curso. Los investigadores apuntan que el hallazgo podría ayudar a encontrar otros templos que ahora permanecen enterrados. “Creemos que abrirá la puerta a la excavación a lo largo del brazo de las pirámides para descubrir más yacimientos arqueológicos y quizás conducir a un gran hallazgo en el futuro”, nota Hafez.

Los investigadores también proponen que la ubicación de estos templos puede resultar útil para conocer la evolución de los niveles de agua del brazo fluvial. Así, la pirámide romboidal y la pirámide roja del complejo de Dahshur, al sur de El Cairo, se encuentran muy adentro del desierto, y los datos de radar revelan que su templo-puerto se alzaba frente a la orilla de un canal extinguido del brazo de las pirámides. Por el contrario, las pirámides de la Quinta Dinastía, aproximadamente entre el 2.500 y el 2.350 antes de la era común, se ubican en altitudes bajas y más próximas a la llanura aluvial, lo que indica unos niveles de agua bajos. Las calzadas de las grandes pirámides de Guiza, por su parte, desembocan en una suerte de bahía fluvial que enlaza con el brazo de las pirámides, y la mayor de las tres, la gran pirámide de Keops, parece conectar directamente con el brazo ahora localizado.

Enlace a la noticia en la web de El País.