La contaminación ahoga el Parque Regional del Sureste.
El pasado 15 de Agosto El País publicaba la noticia La contaminación industrial ahoga el Parque Regional del Sureste. Este parque fue creado en 1994, con gobierno socialista en Madrid, y es el segundo en extensión de la Comunidad con más de 31.000 hectáreas. Son 17 los municipios que lo conforman y, tal y como dice el díario, no tiene Plan Rector de Uso y Gestión, más conocido como PRUG. Diferentes asociaciones vecinales y ecologìstas han denunciado el olvido al que está sometido este Parque y el desinterés de los diferentes gobiernos del PP en la Comunidad de Madrid. Prueba de ello son las denuncias de asociaciones como Jarama-El Soto, Ecologistas en Acción o Amigos de La Tierra.
El Grupo Parlamentario Socialista registrará una iniciativa para solicitar la Comparecencia del Consejero de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio con el fin de que por parte del Gobierno Regional se nos informe de la situación del Parque. Esta comparecencia irá acompañada de varias peticiones de información sobre explotación de recursos naturales en el parque, actividad cinegética y flora y fauna protegida.
Por el interés del artículo, os lo reproduzco a continuación.
Seis empresas de explotación minera, lagunas y ríos con vertidos de aceites industriales e incluso coches y furgonetas sumergidos en sus aguas, camiones que van y vienen de las graveras... Este paisaje apocalíptico corresponde a una zona de alto valor ecológico y medioambiental: el Parque Regional del Sureste. Fue creado en 1994 y tiene 31.550 hectáreas, lo que lo convierte en el segundo más grande de la región. Garzas, búhos y halcones lo habitan, y abarca 17 municipios de la Comunidad, entre ellos Velilla de San Antonio, Rivas-Vaciamadrid, Arganda, Mejorada del Campo y Aranjuez. La Comunidad de Madrid reconoce que no tiene un Plan Rector de Uso y Gestión, sobre todo debido a los desacuerdos con los cotos privados de caza.
Gracias a la presión de ciudadanos y asociaciones vinculadas a este parque, se declaró como zona protegida en 1994. Uno de los grupos más activos en la protección de este área natural del sur de Madrid es la Asociación Ecologista del Jarama El Soto, que denuncia la situación de lagunas llenas de vertidos (chapapote), donde quedan atrapadas las aves (ánades, rapaces), así como la presencia de seis empresas mineras, la actividad cinegética en zonas protegidas del parque o la explotación urbanística en las áreas colindantes con el parque. “La mala gestión de la Administración regional es la mayor amenaza para esta área natural de Madrid y, a pesar de todo, merece la pena trabajar por defender este territorio”, comenta Antonio Martínez, portavoz de este grupo medioambiental. “De continuar esta tendencia, lo que es un parque regional podría convertirse en uno de la periferia urbana, modelo Casa de Campo o Retiro madrileño”.Humedales, bosques, encinares, ríos donde habita fauna como: la garza imperial, el búho real, numerosas especies de anátidas (patos), el halcón peregrino o la nutria, conforman la rica biodiversidad del Parque Regional del Sureste. “Es el mayor espacio protegido de la Comunidad de Madrid por su riqueza medioambiental, pero se encuentra en una grave situación de abandono y tiene zonas muy degradadas, como la ribera del río Jarama o las lagunas de Arganda”, lamenta Ángeles Nieto, portavoz de la Asociación Ecologistas en Acción.
Difícil conservación
El director de Parques Regionales de la Comunidad Autónoma de Madrid, Pedro Castaño, comenta que “la labor de su conservación es difícil, porque se compone de un 84% de fincas privadas, en las que no se puede intervenir y es una zona de explotación minera para materiales de construcción que hay que regenerar, mejorar y conservar, por lo que se debe trabajar más y mejor”.
Las graveras que conforman este parque natural son puntos conflictivos a la hora de compaginar la preservación de la biodiversidad de la zona con los intereses de las empresas mineras. “El valle del Jarama ha sido el almacén de áridos (gravas) de la Comunidad de Madrid y su extracción es la causa directa de gravísimos problemas ambientales en esta zona”, comenta el ecologista Antonio Martínez, aunque fuentes de la Consejería de Medio Ambiente aseguran que han hecho un esfuerzo para recuperar zonas degradadas por esa actividad, como la retirada de escombros o el arreglo de los márgenes de los ríos.
Los agentes forestales tienen prohibida la entrada a la laguna del Aceite del parque. Así lo asegura la portavoz de Ecologistas en Acción: “Sólo tiene acceso a este enclave la empresa pública que la adquirió para su restauración. A las asociaciones y grupos de ciudadanos no nos facilitan ningún dato, y el director del parque está desaparecido y muestra una manifiesta dejadez y desidia”. Nieto añade que el parque carece de un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), ya que se anuló el que había, debido a desacuerdos con las indemnizaciones a cotos privados de caza por el cese de la actividad. En este sentido, la máxima autoridad en gestión de parques regionales de la Comunidad de Madrid, Pedro Castaño, explica que el plan rector está en trámite desde el año 2013. “Ignoramos cuándo podremos aplicarlo”.
Los ecologistas madrileños destacan “la escasa voluntad por parte de la Administración regional madrileña por proteger el parque” y las ocasiones en las que han primado los intereses económicos, como cuando se intentó construir un campo de golf cerca de una urbanización colindante con el parque, en Getafe, por parte de la federación madrileña de este deporte, entidad en la que trabajan familiares de Esperanza Aguirre. O cuando se pretendió utilizar la laguna del Porcal para practicar regatas, si Madrid hubiera ganado la candidatura olímpica, explica Antonio Martínez, de la Asociación Ecologista del Jarama El Soto.
Cotos de caza
A día de hoy, la ley de declaración como espacio protegido del parque no se cumple en cuestiones como la presencia de seis instalaciones industriales en la zona ribereña del Jarama. Los ríos y sus aledaños son zonas con gran biodiversidad de flora y fauna que resultan muy susceptibles de sufrir deterioro frente a cualquier influencia externa. “Los cotos de caza ocupan más del 80% del espacio protegido y se caza durante todo el año, lo que implica molestias para la fauna protegida del parque”, comenta Martínez. Las poblaciones de aves como el milano, el búho real o el halcón peregrino se han reducido de manera significativa, “debido a las molestias cerca de sus nidos o la debilidad de la cáscara de sus huevos por efecto de los fitosanitarios agrícolas que acumulan en su organismo las presas que capturan”, añade el representante del grupo ecologista del Jarama.
Artículo de Carolina Pinedo publicado en El País el 15 de agosto.
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