viernes, 19 de enero de 2018

Pleno monográfico sobre atención a menores y protección de la infancia


Intervención de Ángel Gabilondo en el Pleno monográfico sobre atención a menores y protección de la infancia en la Comunidad de Madrid, solicitada por el Grupo Parlamentario Socialista. 

Primera intervención. 

Gracias, Sra. Presidenta.

La Comunidad de Madrid tiene competencia exclusiva en materia de protección y tutela de menores y desarrollo de políticas de promoción integral de la juventud.

En la Comunidad de Madrid residen un total de 1.214.711 menores de 18 años, según las cifras de población a 1 de julio de 2017. Lo que representa el 19%. Pero ni siquiera esto es lo más determinante.

Podríamos plantear este Pleno Monográfico como una suerte de desafío sobre quién tiene más sensibilidad o compromiso con la infancia y los menores, o como un mini debate congresual sobre el tema, haciendo un acopio de información o una ostentación de conocimiento sobre el asunto. Si todos los grupos hemos asentido en la necesidad de este debate, es porque somos conscientes de la necesidad que hay de actuar con decisión y eficacia para afrontar un aspecto clave y delicado en una sociedad de derechos y valores como la que perseguimos.

Desearíamos buscar  acceder concretamente a unas decisiones lo más consensuadas posibles, lo más comprometidas y concretas, que permitan afrontar aspectos que son cruciales y sintomáticos de la concepción que tenemos de la sociedad y, desde luego, de la transformación que al respecto requiere.

Hemos escuchado en esta Asamblea argumentos que muestran la vulnerabilidad de la infancia y con la percepción de que se precisa actuar más coordinada y vertebralmente para propiciar una sociedad de más oportunidad e igualdad. Por tanto, este debate no es solo por y para la infancia, sino que en él se ponen en juego, en gran parte, las reglas mismas del juego, las bases sobre las que construir la posibilidad de una vida de plena dignidad de los ciudadanos y las ciudadanas.

Es incontestable que la pobreza infantil es insostenible social y políticamente, y desde luego éticamente. Nuestra Comunidad se sustenta en una desigualdad radical y a partir de las primeras etapas de la vida, se condiciona la existencia de no pocos.

Bastaría aludir a esta pobreza para reconocer que a nuestra sociedad le falta salud y que resulta violenta. Solo desde este concepto de salud plena, integral y social, y desde esta consideración de la violencia como incapacidad e imposibilidad, como agresión, como desprotección efectiva, como imprevisión de situaciones que perjudican al desarrollo personal, como riesgo y desamparo, se hace evidente la necesidad de regular y garantizar el derecho de los niños y las niñas a la vida y a su integración física y moral para propiciar su desarrollo en entornos de buen trato.

No bastará con prevenir situaciones, será preciso fomentar la solidaridad y sensibilidad social. Si algo nos ha de preocupar singularmente es la protección y promoción de los derechos de los niños y las niñas. Todo ello no se reduce a atajar el maltrato físico o psíquico o la negligencia a la atención al menor. Hemos de preguntarnos si hay un verdadero maltrato institucional.

Proponemos que se incorporen aspectos decisivos que aborden la actual situación legislativa pero que no se reduzcan a ella y que se ocupen muy singularmente de quienes han de ser tutelados por la propia Comunidad y de las condiciones y garantías en que se desarrolla esa labor.

Una vez más, hemos de revisitar las políticas sociales en sanidad y educación para comprobar hasta qué punto condicionan de modo inquietante en su desarrollo las condiciones de vida.

Éste ha de ser un pleno sobre la infancia y protección al menor y, desde luego, no mejoraremos la Comunidad si nos reducimos a inculparnos y exculparnos, en lugar de a reconocer conjuntamente lo que hemos de hacer, sin ignorar la singular responsabilidad de aquellos a quienes les corresponde gobernar. Es incomprensible e insostenible que en una Comunidad como Madrid podamos convivir, a nuestro juicio con excesiva naturalidad, con unos índices de pobreza infantil alarmantes que no habrían de encontrar consuelo en comparación alguna.

En este Pleno hemos de ser capaces de concretar acciones y de adquirir compromisos compartidos. Y no bastará con decir que se está trabajando o que disponemos de un Plan ya encuadernado. Lo que tenemos es urgencia y no simplemente prisa, y la sociedad reclama nuestra acción. No podemos defraudarla con un debate infecundo o estéril. 

Que las legítimas aspiraciones a merecer el apoyo ciudadano no nos lleve a utilizar la infancia como medio. Hablemos de las políticas.



Segunda intervención. 

Probablemente nada muestra mejor cuáles son los valores de un Gobierno que el modo de consideración y trato que tiene para con los niños y niñas, para con los menores, para con los más vulnerables, para con los mayores. Y esto ha de ser siempre una prioridad en la agenda política.
Para aplicar políticas a favor de la infancia y la adolescencia, el marco de referencia global es la Convención sobre sus derechos de Naciones Unidas de 1.989. Todo ha de centrarse en el interés superior del niño y la niña, y en la no discriminación, la supervivencia, el desarrollo y la participación infantil.
La normativa más reciente aprobada por el Gobierno de España es la Ley 26/2015, de 28 de julio, de Modificación del Sistema de Protección a la Infancia y a la Adolescencia, mientras que en la Comunidad de Madrid es la Ley 6/1995,de 28 de marzo, de Garantías de sus derechos, que es necesario actualizar para recoger los importantes cambios que se están produciendo en relación a los menores o a las veinte observaciones generales dictadas por el Comité de Derechos del Niño, así como otros tantos instrumentos y documentos posteriores a nuestra normativa madrileña.
La infancia es una etapa decisiva, pues las experiencias que se viven en estos años son fundamentales para el aprendizaje y el desarrollo social. Es imprescindible que se garanticen las condiciones básicas de alimentación y de salud de los menores, el apoyo a las familias para que atiendan las necesidades y la educación de sus hijos, y la incorporación progresiva en centros educativos que contribuyan a su maduración y a su aprendizaje. Y lo es no solo por justicia social sino también porque los programas que promueven las posibilidades de los menores son la mejor inversión para lograr el progreso en todos los sentidos.
Por desgracia, aún queda mucho por recorrer. La pobreza, y sobre todo la pobreza extrema, tienen un efecto devastador en la infancia, con secuelas en la salud de los niños y niñas, en su desarrollo y en su aprendizaje.
En la Comunidad de Madrid los menores de 18 años son el grupo que tiene mayor incidencia de riesgo de pobreza y exclusión, con una tasa en 2016 del 33,9%, muy superior al 21,7% de la media regional, (según la Red Madrileña de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-Madrid). Lo que conocemos como pobreza infantil afecta, en nuestra Comunidad, a más de 411.000 menores y lo alarmante es que está aumentado. En 2015 la tasa AROPE entre los menores se situó en el 28%, con 317.077 personas. Una pobreza que sufren en mayor medida los niños y niñas que forman parte de familias monoparentales. 
En el periodo 2008-2015, la pobreza severa ha aumentado en 5,2 puntos. En hogares con 3 o más menores dependientes la Tasa Carencia Material Severa es del 22,4%. Hay 210.000 niños/as y adolescentes que viven en hogares con bajos ingresos.
La infancia es la principal víctima de los desahucios, de la baja tasa de cobertura por desempleo, de los empleos precarios, de los recortes en sanidad, educación y servicios sociales. A mayor desempleo, a mayor desprotección, a mayor número de trabajadores pobres, mayor aumento de la pobreza infantil. El desempleo de larga duración en Madrid es mayor entre los sustentadores principales de hogares con menores de edad: 5,7% frente al 2,6% en hogares sin menores en su seno.
La incidencia de la pobreza durante la primera etapa del ciclo vital tiene consecuencias de gran calado. Repercute de manera significativa en el estado de salud, el nivel educativo que alcanza y genera menos perspectivas de futuro. De seguir así, el 80% de los niños pobres serán adultos pobres.
El cuidado, protección y educación de la infancia es una responsabilidad de toda la sociedad y no solo de los padres o tutores. Es una obligación de los poderes públicos articular las políticas y los recursos necesarios, en todos los ámbitos y sentidos. Deben ser recursos sociales que den dignidad y se ofrezcan con dignidad.
En la Comunidad de Madrid, la inversión en infancia ha experimentado un retroceso importante durante los años de crisis. En el 2007 Madrid ya era la Comunidad Autónoma que menos invertía en políticas de infancia y, según UNICEF en su informe de 2015, una de las que más redujo su inversión entre 2007 y 2013.
Aunque se ha desarrollado alguna legislación y ciertas políticas de incidencia directa o indirecta en la infancia, como la Estrategia de Apoyo a la Familia de la Comunidad de Madrid (2016-2021) y el Plan de Infancia y Adolescencia (2017-2021), el diseño de algunas de las ayudas recogidas hace cuestionable que lleguen precisamente a la infancia más vulnerable.
La vivienda constituye un elemento fundamental para la integración social de las familias, especialmente en las que viven menores. Es urgente que el Gobierno de la Comunidad desarrolle una política activa de vivienda social y pública que garantice un alquiler social a las familias con menores de edad que presentan carencia de medios y posibilidades y con dificultades para acceder a este recurso, o con menores que han perdido su vivienda habitual por una situación de impago. Y por supuesto, hacer efectiva la reducción de la pobreza energética.
La Renta Mínima de Inserción (RMI) no cumple con lo establecido en la Ley 15/2001, por dos motivos fundamentales: no asegura a toda la población los recursos básicos para la supervivencia digna, dejando sin dicho medio a muchos madrileños en situación de pobreza severa, más de medio millón, y fuera a la mayoría de los 1,4 millones de madrileños en riesgo de pobreza o exclusión social (INE 2016). Y no hace efectivo el derecho a recibir apoyos personalizados para la inserción laboral y social.
Es necesaria una inversión en la infancia y las familias que permita la continuidad de las políticas y la planificación a largo plazo. Evitar que se transmitan las desventajas entre generaciones es una inversión crucial para el futuro de nuestra región. La recomendación de la Comisión Europea de febrero 2013 “Invertir en la infancia”, señala tres pilares estratégicos:
1. El acceso de las familias y los niños y niñas a recursos adecuados: empleo, ayudas económicas y vivienda.
2. El acceso a unos servicios de calidad que garanticen igualdad en educación, salud, vivienda, entornos y protección.
3. El acceso a la participación, tanto en cultura como en deporte, ocio y toma de decisiones.
Ello requiere una norma que diseñe un marco general de protección de la infancia y de la adolescencia.
Resulta fundamental neutralizar las desigualdades en edad temprana que incluyen, entre otros factores, el desigual acceso a los recursos materiales o familiares, a las peores condiciones de vida y del entorno, o la falta de acceso a una escolarización temprana que impide la detección precoz de problemas de desarrollo.
Factores como vivir en un barrio con privación social o en un hogar con bajos ingresos o renta, el bajo nivel educativo de los padres o su pertenencia a una clase social ocupacional baja, las fuertes dificultades laborales o el desempleo, la falta de propiedad de la vivienda y la privación material en el hogar se asocian con distintos efectos adversos en la salud y el desarrollo infantil.
Las desigualdades sociales son, en gran medida, transmisibles de una generación a otra. Las perspectivas vitales vienen determinadas por la interacción no solo del código genético sino de éste con el llamado código postal, que resume la posición socioeconómica de la persona. Se reconoce que los 1.000 primeros días de vida, desde el embarazo a los dos años, es el período más crítico para el desarrollo neuronal y físico del niño, clave en el desarrollo cognitivo y las habilidades psicosociales. Por eso la pobreza es la gran exclusión y la gran soledad. El mejor modo de abordar el problema de la pobreza infantil es igualando las oportunidades de todos.
La Comunidad de Madrid tiene una excesiva categorización de los recorridos de su alumnado, rigidez incompatible con un concepto social de la educación, sostenido por los baremos para la escolarización y la implantación selectiva del bilingüismo. Tiene efectos nocivos en el aprendizaje que procede de entornos desfavorecidos y supone un freno a nuestra economía.
Se precisa una escuela inclusiva, que no categorice, ni excluya. En la que todos tengan las mismas oportunidades para educarse. 
No podemos concentrarnos en una visión solo punitiva del acoso. Hemos de apostar por la labor preventiva, el trabajo en la educación en valores, la creación de climas adecuados de convivencia en los centros, la sensibilización y coordinación para las nuevas formas de acoso (ciber-acoso) y las relaciones y actuaciones fuera del centro (labor conjunta con los trabajadores sociales, ambulatorios y médicos de familia). Medidas psico-educativas para corregir conductas y, en general, desarrollar políticas a medio y largo plazo basadas en la prevención, la sensibilización social, la colaboración entre instituciones, la investigación,  la adecuada formación de profesionales y la potenciación de la orientación educativa con el objetivo de lograr climas de convivencia que hagan de la vida escolar un espacio de paz donde educar para ser ciudadanos y ciudadanas.
A su vez es necesaria la creación de espacios autónomos de reflexión para el desarrollo de la participación de la infancia. Los niños son ciudadanos y han de acceder a sus plenos derechos y responsabilidades, tras haber experimentado antes formas de participación. No basta con que sean escuchados, hay que habilitar vías para que niños y niñas, los adolescentes, en la medida de sus posibilidades participen. A participar solo se aprende participando. Todo ello no excluye la tutela. Se precisa no solo la intervención en cuestiones relativas al aprendizaje también en la gestión y propuesta de actividades, en la intervención en órganos de representación, en las comisiones de resolución de conflictos, en la mediación, en la propia gestión del centro, éste es un camino complejo pero necesario.
Hoy ya un in-fante no es literalmente un no hablante, es un agente protagonista. La creatividad, la exploración, la intuición, el pensamiento crítico y divergente y otras cuestiones necesarias para la construcción individual como el autoconcepto y la autoestima, exigen espacios autónomos de reflexión y de participación.
No se educa solo en horario escolar. La protección de los derechos de la infancia y la protección de los valores está vinculada a la transmisión y difusión de la información. Valga como ejemplo los casos de las víctimas de violencia de género, o la emisión de publicidad o de contenidos de entretenimiento, ocio, cultura o deporte. Por eso la Ley de Comunicación Audiovisual o la Ley de Radio Televisión Madrid también contemplan explícitamente requerimientos al respecto, y es imprescindible el estricto cumplimiento del Código de Autorregulación de Contenidos Televisivos e Infancia por los medios de comunicación audiovisuales. No faltan acuerdos, lo que se precisa es cumplirlos. Parece razonable que los medios de comunicación, los públicos en particular, asuman el compromiso de impulsar acciones destinadas al fomento de programas de alfabetización mediática y digital especialmente para los menores.
Es necesario difundir contenidos dirigidos a los jóvenes utilizando las tecnologías de la información y la comunicación, como consta en el Pacto de Estado Contra la Violencia de Género. Elaborar materiales informativos para madres y padres a fin de detectar la violencia de género en las que puedan ser víctimas o agresores sus hijas o hijos adolescentes. Del mismo modo, exigir que el proyecto educativo de los centros incluya contenidos específicos de prevención de la violencia de género y que el Consejo Escolar realice su seguimiento.
En Madrid hay más de 22.000 menores con discapacidad reconocida con un grado superior al 33%, esto supone casi el 7% del total. Lo que se origina respecto de la discapacidad es un verdadero agravio comparativo. En la Comunidad la gratuidad está ofrecida solo en la red de centros, pero en general está sustentada y financiada por copagos encubiertos, soportados por las propias familias. Por ejemplo, en la discapacidad visual las principales partidas de gasto adicional se relacionan con las ayudas técnicas o adaptaciones. En el caso de la discapacidad auditiva, son estas ayudas técnicas y adaptaciones el principal vector del gasto adicional, junto con los servicios de interpretación en lenguaje de signos.
Es preciso resolver las listas de espera de atención temprana, con escasez de recursos, y la falta, no pocas veces, de coordinación entre administraciones. Se requiere acabar con estas listas de espera que hay en detección e intervención que afectan directamente al óptimo desarrollo de niñas y niños. Más de 400 familias están aún en listas de espera. Desde el tejido asociativo y apoyado por iniciativas presentadas por nuestro Grupo, se propone crear, por ejemplo, una oficina única de atención integral a los menores con discapacidad y sus familias.
Sigue siendo dramática la situación de niñas y niños con parálisis cerebral, cuyas necesidades no parecen bien atendidas y no hemos de olvidar la situación de aquellos con trastornos del espectro autista. Ha de darse cumplimiento a la PNL aprobada por todos los grupos, a excepción del Partido Popular, para el diseño y desarrollo del Plan Integral de Atención a estas personas, desde su nacimiento hasta la edad adulta, que contempla entre otros la ampliación de los servicios sanitarios en más hospitales de Madrid. Y desde luego es necesario regular y financiar de manera adecuada las diferentes opciones de educación para evitar que los niños y niñas con discapacidad sean obligados como única opción a la educación en colegios especiales, y aquí hemos de apoyar a esa veintena de municipios que exigen una iniciativa legislativa para los ayuntamientos.
Pero donde queda aún más en evidencia la consideración que les merecen los menores es la situación de los menores tutelados en la Comunidad de Madrid, cuya vida se desarrolla muchas veces en contextos muy próximos a trato indebido, bajo formas más o menos explícitas de alguna violencia, y con cierto desamparo institucional por parte del Gobierno regional. Baste citar la masificación y deshumanización de los grandes centros residenciales como la Residencia Infantil Acacias o la Residencia Infantil Clara Eugenia, con unas ratios de trabajador/residente que imposibilita cualquier atención especializada que estos menores requieren, a pesar de la magnífica labor de los profesionales.
Esta misma sobresaturación se da en las residencias de Primera Acogida de Hortaleza o Isabel Clara Eugenia, que no deben de superar las 35 plazas y que en algunos casos sobrepasan los 55 residentes, niñas y niños con toda clase de tipologías y más de seis meses en el centro, cuando lo recomendable son estancias no superiores a los dos meses para ser derivados a recursos específicos adecuados a la situación de cada menor. Sobresaturación debida al recorte de más de 300 plazas. 
Además, con medidas de contención y maltrato institucional denunciadas por el Defensor del Pueblo, que aún no ha recibido respuesta por parte de la Consejería a pesar de haberse emitido el 11 de noviembre del 2017 y estar obligados por ley a contestar en el plazo de un mes.
En dicho informe se señala que son vulnerados los derechos de los menores residentes en cuanto al secreto de sus comunicaciones, la sobresaturación del centro, o el abandono un tanto a su suerte durante el día, la escasez de medidas en cuanto a la prevención y atención del consumo de sustancias y la desconsideración de hasta dieciocho recomendaciones que, por lo que sabemos, la Consejería no ha contestado meses después. 
Otra situación alarmante es el aumento de los delitos de abusos sexuales a menores en la Comunidad de Madrid. Según datos de la Memoria de la Fiscalía 2016, han aumentado un 46,81% en la Comunidad.
Cabe añadir que las listas de espera para la atención en el Centro Especializado de Intervención en el Abuso Sexual Infantil de la Comunidad de Madrid (CIASI), son de un promedio de seis meses a un año, para situaciones que no pueden esperar ni un solo día. Se carece de políticas de prevención para la detección temprana de estos abusos en los centros de enseñanza.
Se dirá que debemos estar tranquilos, que ya hay un Plan de la Infancia y la Adolescencia del Gobierno, pero no encontramos objetivos definidos que propongan ninguna mejora concreta. La señora presidenta es explícita en el prólogo “lo que se busca es que la Comunidad sea declarada por UNICEF `región amiga de la infancia´ ”. ¿Ese es el objetivo? El documento ofrece datos, pero sin análisis ni reflexión.
Efectivamente se necesita una herramienta eficaz e imparcial de evaluación de las políticas de protección de los menores y promoción de sus derechos que permita la rendición de cuentas ante los representantes de los ciudadanos, que evite disfuncionalidades en los recursos y aporte los datos e indicadores para realizar un diagnóstico de la situación de la infancia en nuestra Comunidad y favorezca las propuestas de mejora de la respuesta institucional. La experiencia de la figura del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid ha sido, al respecto, positiva. Se eliminó en 2012 con argumentos de restricción presupuestaria. Esta interlocución es indispensable para conocer, analizar y definir acciones con independencia.

Queda ahora por tanto ser capaces de concretar estas propuestas en acciones consensuadas para abordar esta delicada situación de la infancia y de la adolescencia en Madrid. Desde luego, estamos absolutamente dispuestos a ello. De lo contrario, este Pleno será infecundo.


Enlace a la réplica de Ángel Gabilondo.

Enlace a la dúplica de Ángel Gabilondo.



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