El pasado 19 de marzo el diario El País publicó una reflexión personal sobre la ordenación de nuestro territorio en la Comunidad de Madrid. Ésta, hecha a raíz de las propuestas que sobre la futura Ley del Suelo se hicieron en las jornadas que el Grupo Parlamentario Socialista organizó en la Asamblea de Madrid, tienden a la redacción de una nueva norma, consensuada y negociada, que ofrezca claridad ante el marasmo legislativo que el Partido Popular ha creado en los últimos 20 años. Una negociación completa de la norma, sin nuevos parches, que ofrezca más seguridad jurídica dentro de unos conceptos sostenibles y respetuosos con nuestro medio ambiente.
A continuación os dejo el artículo completo, dado que el publicado en El País tenía una limitación (lógica) de palabras. Estas propuestas son parte de las Soluciones Justas que Ángel Gabilondo propuso en el Programa Electoral del PSOE-M en las pasadas elecciones autonómicas. Y serán su programa de gobierno, estoy seguro.
En los últimos 20 años, el
urbanismo de la Comunidad de Madrid se ha caracterizado por ser una realidad
legislativa en continuo cambio, así como por la absoluta ausencia de voluntad
de consenso en las políticas urbanísticas.
El gobierno del Partido
Popular en Madrid nunca sometió a debate la necesidad de las sucesivas y
numerosas modificaciones legislativas. Sin duda, el mal uso de la mayoría
absoluta, como en tantas otras cosas, les hizo prescindir de la opinión de
operadores, gestores, profesionales, colectivos, asociaciones, grupos y
partidos políticos.
Las
transformaciones urbanísticas perduran en el tiempo, alcanzando sus
consecuencias, buenas o malas, a las generaciones venideras. Por ello se requiere
de análisis exhaustivo, legalidad rigurosa y planificación global, que culminen
en la tramitación legislativa necesaria que convierta en realidad lo planteado.
Hablamos de una materia donde es deseable la estabilidad de los marcos
legislativos que rigen todo el proceso, entre otras razones para que las reglas
del juego no cambien en mitad del partido. La seguridad jurídica lo es todo en
democracia.
Pero la
realidad urbanística ha sido bien distinta en los últimos 20 años en la
Comunidad de Madrid, donde este planteamiento lógico en el terreno político y deseable
para responsables públicos, no ha sido entendido ni puesto en práctica nunca
por los gobiernos del Partido Popular.
La vigente ley que rige el
urbanismo madrileño data de 2001, y desde entonces hasta la actualidad, ha
sufrido más de 100 modificaciones. En estos años de vigencia de la norma, estas
modificaciones han tenido más que ver con proyectos puntuales, por no hablar de
intereses puntuales, olvidando en muchos momentos el interés general, y cuyos
efectos se han trasladado a otros ámbitos, programados o sobrevenidos.
Un ejemplo del
proceder que venimos denunciando, quizá la modificación más incomprensible de
todas y con críticas prácticamente unánimes, es la referida al inicialmente
derogado artículo 39.8 de la citada Ley, relativo a la prohibición de edificar
por encima de tres alturas más ático en construcciones de viviendas. Por ser
más concretos, lo aprobado por Esperanza Aguirre en 2007 a través de la Ley de Medidas
Urgentes de Modernización del Gobierno y de la Comunidad de Madrid,
es derogado por Cristina Cifuentes en 2015.
Este polémico
artículo, al aplicarse a desarrollos urbanísticos ya en tramitación y con
parámetros económicos muy definidos, ha generado descompensaciones e incluso la
imposibilidad de desarrollar las edificaciones previstas y al tiempo cumplir
con la obligatoriedad de cesión de terrenos dotacionales, espacios verdes o
viales.
Como si de un
castillo de naipes se tratara, esta modificación ha conllevado nuevas y
sucesivas “correcciones” legislativas autonómicas, reduciendo considerablemente
la cesión a las administraciones de suelos dotacionales para colegios, centros
de salud o culturales, polideportivos, zonas verdes o viarios. La situación,
cercana al esperpento, computaba como zonas verdes los ajardinamientos que
pudieran plantearse dentro de las zonas privadas de las edificaciones, o a
disminuir, hasta casi la mitad, el suelo previsto para la construcción de
vivienda protegida, recurso destinado a favorecer el acceso de nuestros jóvenes
al disfrute de una vivienda digna y adecuada, o para el necesario reequilibrio
social con los que peor lo pasan con esta crisis económica.
Volver a
señalar, que este tipo de modificaciones de la normativa vigente, salieron
adelante sin acuerdo, y prácticamente sin debate, gracias a la mayoría absoluta
de la que disfrutaba el Partido Popular, el cual no aceptó prácticamente
ninguna de las enmiendas planteadas por la oposición parlamentaria del momento.
La modificación de una Ley tan importante, se llevó a cabo aprovechando la
tramitación de las denominadas leyes de acompañamiento en los presupuestos
anuales de la Comunidad de Madrid, introduciendo modificaciones de alcance en
una amalgama programada de cambios legislativos diversos en gran cantidad de
leyes.
Recordemos el
reiteradamente citado artículo 47 de la Constitución, el que recoge el derecho
al disfrute, curiosa y acertada expresión en una norma de este tipo, a una
vivienda digna y adecuada, derecho no desarrollado, ni garantizado en la
mayoría del país, salvo recientemente en algunas comunidades, gracias a
legislaciones impulsadas por los socialistas como es el caso de Andalucía,
Cataluña o País Vasco. En la Comunidad de Madrid, como sabemos, no es así.
Pero el
artículo 47 no se queda aquí, obliga a los poderes públicos a evitar la
especulación en esta materia, y cabe destacar que de todas las posibles es la
única especulación constitucionalmente prohibida; garantizar que toda la
sociedad se beneficiará de las plusvalías que genere la acción urbanística es
el precepto con el que finaliza la redacción de este artículo. Dejo a la
consideración y valoración de los lectores el adecuado cumplimiento de este
precepto constitucional en nuestra región, que es la que nos preocupa y ocupa.
Como puede
verse, nuestra valoración sobre la realidad urbanística es muy negativa y
consideramos que debe ser profunda, urgente y radicalmente modificada. Parecía
que era un objetivo coincidente con el resto de actuales responsables políticos
madrileños, pero hemos sufrido una nueva decepción por parte del gobierno de
Cristina Cifuentes, de los que dicen ser la nueva derecha siendo el Partido
Popular de siempre. No obstante y aunque sea para el momento de la
correspondiente tramitación parlamentaria, los socialistas consideramos que
Madrid necesita una nueva normativa, no unas simples modificaciones y ajustes, consideramos
que la Comunidad de Madrid precisa de un cambio en la estructura y en el
contenido de la Ley.
La Ley del
suelo de Madrid era ya en 2001 manifiestamente mejorable, pero tras las
múltiples derogaciones, incorporaciones y modificaciones, se ha convertido en
una norma que ni satisface a nadie, ni sirve para ordenar nuestro precioso
territorio; se trata de una norma llena de descompensaciones, problemas de
interpretación y de aplicación.
Necesitamos
una Ley con voluntad de perdurabilidad, y de estabilidad legislativa, por lo
que debería ser fruto de un intenso trabajo de debate y acuerdo, no solo con el
resto de las fuerzas políticas presentes en este momento en la cámara
autonómica, sino con la sociedad en su conjunto, tanto desde el ámbito
profesional, como el ciudadano y, por supuesto, con la consideración de
los ayuntamientos en tanto en cuanto son los verdaderos usuarios, y
sufridores, desde su función en la
aplicación de la norma.
Debería ser
una ley que favorezca la reutilización de los suelos de la ciudad existente y
no, como en las sucesivas leyes conservadoras tanto estatales como madrileñas,
en las expansiones de las ciudades en nuevos ensanches. El suelo es un bien
escaso y finito, cuyo consumo debemos moderar.
Debe
potenciar la participación efectiva y real de los ciudadanos, alejándose del
mero cumplimiento y abuso de la figura de la exposición pública, y tender a una
total transparencia en las tramitaciones y procedimientos.
Una ley
sencilla y clara donde los ciudadanos, los inversores, los emprendedores y
hasta los funcionarios que deben aplicarla y hacerla efectiva tengan claro el
campo de juego en el que nos movemos. Normas claras, eficientes y eficaces para
conseguir un territorio sostenible desde el punto de vista económico, ambiental
y territorial. Una ley que tienda a planificar adecuadamente el territorio de
la región en su conjunto para conseguir un desarrollo regional armónico y
equilibrado.
Soluciones
justas para nuestro territorio. Desde la gestión del suelo podemos poner
remedio a muchas situaciones de dificultad, también las sociales. Y en ese
trabajo debemos volcarnos.
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