Discurso del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez
Buenos días.
En primer lugar me gustaría agradecer la presencia de la comunidad empresarial,
de los representantes de los trabajadores y trabajadoras del país de la comunidad
científica, del mundo cultural y sin duda de la presencia de los embajadores y
embajadoras de los 27 países miembros de la Unión Europea con representación
en nuestro país.
También quisiera agradecer el trabajo que en estos últimos meses el Consejo de
Ministros y Ministras ha venido desarrollando de manera muy intensa y cuyo
producto vamos a presentar hoy a la sociedad española.
En 1978, el año de nuestra Constitución, España estaba por definir. La
inestabilidad y la incertidumbre eran las notas predominantes del momento. Y la
situación económica estaba lejos de ser halagüeña.
España, como el resto del
mundo occidental, descubría la combinación de dos fenómenos económicos que
hasta el momento no se habían producido de manera simultáneamente a gran
escala: la inflación y el paro.
Nuestra inflación registraba ese año una tasa del 20%. Y siete años después,
seguía siendo del 8%. La tasa de desempleo escalaba del 7,1% en 1978 hasta el
17,8% en 1985. Es decir, más de cinco puntos.
Fueron años muy difíciles.
Nuestros mayores lo saben bien. No era fácil enfrentarse a ese doble reto ni a
esas perspectivas económicas. Y menos aún en un momento de extrema
incertidumbre política e institucional, con un intento de golpe de Estado incluido.
Fue en 1978 cuando se creaba en España la primera versión del IRPF. Una
herramienta de justicia tributaria de la que carecíamos hasta entonces. España,
como ven, estaba por definir. España estaba por construir, institucionalmente,
políticamente, y también Económicamente. Y estaba con la mirada puesta en
Europa, España es un país europeísta, pero desgraciadamente estábamos fuera
de Europa.
Lo que vino después es la historia de un éxito colectivo. El de la primera gran
modernización de nuestro país. La historia de un proyecto de país protagonizada
por quienes son realmente los protagonistas los ciudadanos y ciudadanas de
nuestro país y sus instituciones.
Diez años después de nuestra incorporación a Europa los resultados son
palmarios, están ahí. El PIB per cápita pasó de 13.300 a 18.000 euros y en la
actualidad a 25.315 euros por habitante, casi el doble en 2019 respecto a 1978.
También las grandes economías europeas han progresado durante este tiempo,
cierto, pero también debemos reconocer que ninguna economía europea lo ha
hecho al ritmo de nuestro país. Demostramos lo que somos: un país que cuando
quiere, puede.
Esta gran etapa de modernización, con objetivos, desafíos y grandes proyectos
fue una historia de éxito. Todos formamos parte de ese proyecto de país.
Hoy las circunstancias hoy son diferentes.
Hace apenas 10 meses, tras cinco procesos electorales en 2019, logramos sortear
el bloqueo político, constituimos un Gobierno, comenzábamos a vislumbrar el país
que queríamos construir con la formación del primer Gobierno en coalición, en
nuestra historia democrática.
Se abría entonces una década para que España
diera ese gran salto adelante con la modernización y las transformaciones que
necesitaba acometer a mi juicio desde hace años.
En marzo llegó la pandemia del COVID y todo se detuvo. Junto al resto del mundo,
España fue durísimamente golpeada. En ese momento había que salvar vidas,
primero, y salvar puestos de trabajo y empresas, después. Y lo hicimos con todas
las herramientas a nuestro alcance. Con el Estado de Alarma para hacer frente a
la emergencia sanitario, que doblegó la curva de los contagios, y con un escudo
económico y social sin precedentes en la historia de nuestro país.
Cuando nos enfrentamos a esta pandemia, con media Humanidad confinada, sólo
teníamos una opción: responder con la misma intensidad.
Decidimos resistir para
avanzar. Y ésa resistencia definió como 4 décadas antes la respuesta de España.
Actuamos desde el primer momento con una batería de medidas destinadas a
paliar los daños y a proteger a los ciudadanos. Y me gustaría recordarlas para que
seamos todos conscientes del esfuerzo colectivo que estamos haciendo desde el
principio de la pandemia.
• Movilizamos hasta 200.000 millones de euros, cerca de un 20% de nuestro
PIB anual, la mayor cantidad de recursos en la historia de nuestro país,
para proteger a quienes crean empleo, a las empresas. Hoy, gracias al aval
financiero del Estado, más de 530.000 empresas prosiguen su actividad.
• Protegimos a 3,4 millones de trabajadores y trabajadoras mediante los
ERTE, y hoy más del 80% de esos trabajadores y trabajadoras han vuelto
a su puesto de trabajo.
• Pusimos en marcha, por primera vez, una prestación, por cese de actividad,
extraordinaria para autónomos y para las autónomas que ha beneficiado a
cerca de un millón y medio de trabajadores por cuenta propia. Y casi
150.000 autónomos se benefician ya de las nuevas prestaciones
aprobadas el pasado verano.
• Erigimos un robusto escudo social: Más de 216.000 familias y autónomos
en situación de vulnerabilidad obtuvieron una moratoria de la deuda
hipotecaria para la adquisición de su vivienda habitual o del inmueble
dedicado a la actividad económica.
Asimismo, establecimos la prórroga automática de los contratos de alquiler de
vivienda vencidos. Suspendimos los desahucios por impago del alquiler para las
familias vulnerables sin alternativa habitacional.
Estos son algunos de los ejemplos de todas las cosas que hemos puesto en
marcha a lo largo de estos meses de pandemia. Esta respuesta social y
económica sin parangón en la historia de nuestra democracia.
Pero me gustaría
subrayar que pese al griterío partidista, que en algunas ocasiones tratar de indicar
lo contrario, todo esto lo estamos haciendo apoyándonos en buena medida en la
fuerza de la unión.
Quiero destacar dos ejemplos: el primero, la labor y la predisposición al diálogo
de los empresarios y los representantes de los trabajadores y trabajadoras en el
marco del diálogo social. Llevamos ya seis grandes acuerdos con los agentes
sociales: tres acuerdos para la prórroga de los ERTE; el Pacto por la Reactivación
Económica y por el Empleo; y la Ley de Trabajo a Distancia tan necesaria como
hemos visto en estos meses de confinamiento para poder mantener la actividad
productiva de muchísimos sectores económicos. Ése es el camino en el que cree
el Gobierno y en el que vamos a continuar trabajando y es el del diálogo social. El
segundo es el ejemplo de Europa. Europa, tenemos que reconocerlo, y es un
diagnóstico que tenemos que compartir con el conjunto de la sociedad española,
ha estado a la altura del desafío que tenemos por delante. La Unión Europea ha
hecho honor a su nombre y ha dado una respuesta solidaria y unida.
¿Cuál es hoy la situación de partida?
Tras el duro golpe sanitario, tras la emergencia sanitaria, los distintos organismos
prevén que el crecimiento del PIB se sitúe en el tercer trimestre muy claramente
por encima del 10% intertrimestral -el Banco de España prevé hasta un 16% de
crecimiento-, recuperando parte de la caída inicial. Y este es un dato importante
para España. Y de cara al 2021, el FMI anunció la semana pasada una previsión
de crecimiento de nuestro PIB del 7,2%.
Naturalmente, hablamos de un crecimiento y de una recuperación que parten de
caídas muy duras, inéditas, como han sido las registradas en la primera fase de
esta emergencia sanitaria, económica y social.
Y, sobre todo, hablamos de una recuperación y de un crecimiento que no vendrán
por sí solos, que precisan del esfuerzo y la movilización activa de todas las
energías nacionales.
España sin duda alguna va a avanzar. Pero lo hará con más fuerza y sin dejar a
nadie atrás, si movilizamos todas las energías nacionales disponibles.
Este es el contexto donde se enmarca el Plan de Recuperación, Transformación
y Resiliencia en el que hemos venido trabajando en los meses de verano y que
hoy hemos venido a presentar al conjunto de la sociedad española. El Plan para
una nueva modernización de España.
La pandemia aceleró cambios que ya veíamos venir antes de su eclosión. Y para
que la transición digital, que sin duda alguna se ha acelerado como consecuencia
de la pandemia y el confinamiento Para que la transición ecológica sean
inclusivas, creen empleo y no provoquen mayor desigualdad y exclusión social,
debemos afrontar sin demora la modernización y la transformación de nuestro
país.
El mundo ha cambiado, hoy quizá no seamos conscientes de la envergadura
del cambio que estamos atravesando, porque estamos todavía en plena
pandemia, y debemos acelerar la transformación de nuestro país si queremos
ganarnos nuestro futuro.
No se trata sólo de recuperar el PIB que nos arrebató la pandemia, se trata de
crecer de una nueva manera. Sobre unos pilares mucho más robustos en un
mundo que ha cambiado completamente. Una forma de crecer mucho más fuerte
y justa, más competitiva pero también más sostenible.
El Plan que hoy presentamos es la hoja de ruta de esa nueva modernización para
los próximos seis años.
No se trata solo de avanzar. Se trata de ganar nuestro futuro. Se trata de dar un
gran paso hacia delante. Todos. Todas. Sin dejar a nadie atrás.
Se trata de convertir este duro golpe que ha sido la pandemia en una oportunidad
para ganar como sociedad nuestro futuro.
Ese es el desafío que tenemos para nuestro país.
Casi nunca elegimos las circunstancias en las que hemos de vivir; muchas veces
son las circunstancias las que nos obligan a elegir. Pues bien, nuestra
circunstancia ha sido la pandemia y nuestra elección será la recuperación y la
modernización de España.
Dicho de otro modo: frente a una circunstancia extraordinaria, como es el
COVID19, se requiere una respuesta extraordinaria.
Esta es la empresa que tenemos delante. La pregunta es ¿en qué condiciones la
encara España esta empresa?
Yo creo humildemente que tenemos todo lo
necesario. Tenemos las infraestructuras. Tenemos los recursos. Tenemos el
talento. Tenemos el tejido productivo. Tenemos la visión y las herramientas para
lograrlo.
Nuestra posición nada tiene que ver con la que teníamos hace 42 años.
Hoy España es un país europeo y es el país europeo con la mayor cobertura de
fibra óptica hasta el hogar, con un 80,4%. España tiene más despliegue de fibra
óptica que la suma de Francia, Alemania y Reino Unido juntos.
Ocupamos el primer lugar en superficie de agricultura ecológica en la Unión
Europea. Lideramos el mercado fotovoltaico a nivel europeo en esta transición
energética que estamos haciendo hacia las energías limpias. Lideramos el
mercado fotovoltaico a nivel europeo. Somos el segundo país europeo que más
energía eólica ha instalado.
El cuarto país del mundo en investigación
farmacéutica y el primero en Europa en ensayos clínicos de tratamientos contra
la COVID-19. Somos el primer país en competitividad turística del mundo y el
segundo destino más popular del planeta. Y estoy convencido de que una vez
pase esta pandemia, porque pasará, el sector turístico tendrá un futuro aún más
brillante. Y somos el tercer país de la Unión Europea, por ejemplo, con más
autónomos trabajando en zonas rurales para responder a ese enorme desafío que
tenemos de igualdad de oportunidades y reto demográfico.
Tenemos acceso a importantes mercados potenciales de la UE y disfrutamos de
una relación privilegiada con Latinoamérica, una comunidad de la que nos sentimos hermanos.
Nuestra localización geográfica nos sitúa como un excelente
punto de partida en las relaciones con el continente africano. Hoy mismo voy a
tener la ocasión de poder viajar a Argelia con muchos intereses geoestratégicos,
geopolíticos pero también energéticos. Y somos una de las 20 naciones más
influyentes del mundo. No olvidemos que el español es el segundo idioma en el
mundo.
Contamos además con un entorno político, jurídico y social muy sólido.
Para lograr los objetivos colectivos que nos proponemos contamos con el gran
instrumento europeo Next Generation EU.
Supondrá en términos agregados una movilización sin precedentes de recursos
económicos en nuestro país, 140.000 millones de euros, el equivalente al 11% del
PIB de 2019. Como es sabido el horizonte de ejecución de los fondos del Next
Generation EU es de 6 años, y por tanto será del año 2021 al año 2026.
Pero el
Ejecutivo concentrará, y este es el anuncio que quiero hacerles, el esfuerzo de
movilización de recursos en los próximos tres primeros años para acelerar la
reactivación de la economía y la modernización de nuestro país.
Es decir, en el Plan que les presentamos hoy, vamos a concentrarnos en
proyectos que se pondrán en marcha en los tres primeros años y que se ejecuten
en ese mismo periodo y que propicien ese salto de modernización y creación de
empleo que necesitamos durante los próximos tres años. Serán 72.000 millones
de euros para el periodo 2021-2023.
Se efectuará a través de los principales instrumentos de los que consta el Fondo
de Recuperación Europeo: el primero, la Facilidad para la Recuperación y la
Resiliencia, concentra el grueso de los recursos con un total de 59.000 millones
de euros; el segundo, el REACT-EU, que permitirá a España obtener financiación
por un importante de 12.400 millones de euros. En total, los cerca de 72.000
millones de euros en los próximos tres años.
A estos recursos se le deben sumar los más de 79.000 millones de euros previstos
para España por los fondos estructurales y por la Política Agrícola Común para
2021-2027.
Por tanto el esfuerzo de movilización de recursos económicos, de gestión que
vamos a tener que hacer de toda esta ingente cantidad económica para dar ese
salto de modernización es extraordinario.

Desde estas bases, el Plan de Recuperación está inspirado en la hoja de ruta y
en los principios básicos que justifican y que explican este Gobierno. El plan de
recuperación se inspira en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de Naciones Unidas. También en la Agenda del Cambio y nuestro
programa de gobierno de coalición con el que me presenté y conté con la
confianza mayoritaria de a Cámara. Además de las conclusiones de la comisión
de reconstrucción aprobadas en el Congreso de los Diputados por una amplia
mayoría de sus señorías. Y cumple con precisión con la intencionalidad de los
fondos europeos de recuperación, con el acuerdo del pasado mes de julio.
Y
representa la continuación natural del Plan de Choque y del Plan de Reactivación
ya puestos en marcha por el Gobierno en estos meses de pandemia. Las grandes
cifras son 72.000 millones euros durante los próximos tres años. La inversión
“verde”, inversión vinculada con la transición ecológica, representa más del 37%
del total del Plan y la transición digitalización cerca del 33%.
La misión del Plan es la creación de cientos de miles de puestos de trabajo y
también nuevas empresas, la escalabilidad de empresas que hoy son pequeñas
y que tienen que dar el salto hacia la mediana empresa y eso tendremos que
hacerlo durante los próximos años.
Da un horizonte a todos los españoles. El esfuerzo que realizamos permitirá
recuperar niveles de inversión pública en línea con los máximos del último ciclo
económico y cerrar la brecha con los países más inversores.
Hay dos cifras que visualizan el enorme impacto económico de la inversión pública
y el efecto multiplicador de este Plan en la modernización y en la marcha de
nuestra economía:
- Queremos que genere un impacto adicional en el PIB de más de 2,5 puntos
anuales, en los próximos tres años.
- Queremos crear más de 800.000 nuevos puestos de trabajo en los
primeros tres años.
Con este Plan el gobierno persigue además acelerar en un 40% los objetivos
cuantitativos de nuestro Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, adelantando
a 2023 los objetivos intermedios que nos marcamos en su momento para 2025.
Es decir, no solamente reafirmamos sino que además vamos a acelerar nuestros
compromisos con esa transición ecológica. Somos uno de los países más
dañados por los efectos del cambio climático, lo saben muchos españoles que
trabajan en la costa, lo saben muchos españoles que trabajan en el medio rural y en el sector agroalimentario. Y estimamos también que el Plan permita va a
permitir reducir la brecha de desigualdad con la media de la UE en dos tercios. La
cohesión y la lucha contra la exclusión social serán también elementos
fundamentales que expliquen este plan.
La pandemia ha puesto de relieve las debilidades a las que se enfrenta la industria
europea y también la industria española en un mundo de complejas cadenas de
valor y creciente incertidumbre.
Entonces, la capacidad industrial europea se enfrentó a fuertes disrupciones en
los canales comerciales que dificultaron la respuesta autónoma a la COVID-19.
Me gustaría en este momento agradecer de nuevo a las grandes empresas el
compromiso para con su país, para con sus ciudadanos en la provisión de muchos
de estos materiales y en la puesta en marcha de muchísimos aviones que lograron
traer medicamentos y los materiales que necesitaban los profesionales sanitarios
y de muchísimos ámbitos laborales para hacer su trabajo durante los meses duros
de pandemia. Lo que quiero decirles respecto a la autonomía estratégica es que
en los últimos días hemos discutido en el Consejo Europeo la manera de abordar
estas vulnerabilidades.
El Plan que hoy presentamos reforzará las capacidades industriales de nuestro
país, a través inversiones en el desarrollo de tecnologías clave para el futuro de
la industria.
El Plan ayudará asimismo a rejuvenecer nuestro tejido productivo. La base de la
apuesta estratégica nace de un principio renovador: para que la transformación
de nuestra economía sea lo primero, los jóvenes deben ser lo primero. Porque son
ellos junto con las mujeres los principales damnificados de las consecuencias
sociales y económicas de esta emergencia sanitaria que está afectando sobre
todo a las personas de mayor edad. De partida, como se verá, el Plan tiene una
marcada proyección intergeneracional.
Si hablamos de transición ecológica
estamos hablando de esa solidaridad intergeneracional para con aquellos jóvenes
que heredarán nuestro país y que esperamos poder legárselo con los mejores
parámetros de sostenibilidad.
En esta nueva modernización de la economía española nos encaminamos hacia
un país próspera y resiliente, que acelera su transformación tecnológica y digital,
que apuesta decididamente por la descarbonización, por una transición justa para
que los territorios damnificados por esta descarbonización sigan teniendo
oportunidades que favorece la creación de empleo, la competitividad de las
empresas, que estimula la competitividad de nuestro sector industrial.
Porque la industria necesita de un mayor apoyo por parte de todos y singularmente por parte
de las instituciones públicas.
Un país que tiene que impulsar la Ciencia, no podemos volver a postergar otra
vez a la ciencia como a la comunidad cultural y educativa. Que impulse la ciencia,
la cultura, la innovación, el desarrollo, la I+D+i, que refuerza sus sectores
estratégicos como la agroindustria –tan necesaria durante los meses de
confinamiento-, la biotecnología, la construcción, la automoción, la educación, la
ciencia, o el turismo.
Para todo ello, es imprescindible que el Plan de Recuperación, Transformación y
Resiliencia se ponga en marcha cuanto antes. Acelerar el calendario. Y eso solo
es posible inyectando estos recursos a través de unos nuevos Presupuestos
Generales del Estado.
Quiero hacerles un anuncio: les comunico oficialmente que el Gobierno adelantará
en los próximos PGE 27.000 millones de euros del Plan de Recuperación,
Transformación y Resiliencia.
Los primeros 27.000 millones de los 72.000
millones de euros correspondientes al periodo 2021-2023.
Este adelanto nos va a permitir acelerar la ejecución del Plan desde el mismo
momento en el que los PGE sean aprobados en las Cortes Generales y más allá
de los tiempos que maneja la Comisión para los pagos.
He señalado en muchas ocasiones que España necesita perentoriamente unos
nuevos presupuestos generales del Estado. Y que estos nuevos presupuestos no
son unos presupuestos cualquiera porque no vivimos una situación cualquiera.
Son los presupuestos que demanda un país que debe reponerse de un gran golpe
y ganar su futuro. Son presupuestos de progreso y son presupuestos de país.
Inevitablemente son Presupuestos de progreso porque es lo que define a este
gobierno de coalición pero también porque creemos que un enfoque progresista
e inclusivo es lo que hará que la transformación digital, que la transición
energética, que la cohesión social y territorial, la igualdad de género a ese 51%
de la población española que está sufriendo mucho más las consecuencias de
esta emergencia sanitaria, económica y social no se vean postergados.
Serán unos presupuestos progresistas y será unos presupuestos de país porque
su urgencia trasciende las lindes de los partidos políticos y reclama unión en el
esfuerzo de la recuperación y la transformación de nuestro país.
En efecto, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se estructura en
torno a los cuatro grandes principios que va a vertebrar nuestro proyecto de país.
Los principios son: la transición ecológica, la transformación digital, la igualdad de
género y la cohesión social y territorial para garantizar que cualquier ciudadano y
ciudadana, viva donde viva –ya sea en el entorno urbano o sea en el entorno rural tengan las mismas oportunidades para poder desarrollar todas sus
potencialidades.
Pasemos a estos cuatro elementos.
El primero el de la España verde.
La lucha contra la crisis ambiental puede ser una enorme valsa de incertidumbre
o puede ser representar una enorme palanca de creación de empleo, de
transformación empresarial y de un positivo impacto social en nuestro país. Así lo
creo yo fervientemente.
Es ineludible una transformación del modelo productivo y la incorporación de un
nuevo paradigma de sostenibilidad ambiental como fuente de generación de
empleo, innovación, ahorros en contabilidad nacional –pensemos en la autonomía
energética- y en la balanza comercial.
Por ello, remitimos el pasado mes de mayo
el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima a las instituciones comunitarias. Y
se prevé un Plan de despliegue masivo del parque de generación renovable.
En los próximos tres años apostaremos por una estrategia de despegue de la
electrificación de la movilidad que desplegará más 250.000 vehículos eléctricos
nuevos en 2023, como hito para lograr los 5 millones de vehículos eléctricos en
2030.
Habilitaremos más de 100.000 puntos de recarga para facilitar la implantación del
vehículo eléctrico.
Aceleraremos la transformación a gran escala de nuestro sistema energético para
alcanzar un sistema 100% renovable y por tanto limpio en 2050.
Rehabilitaremos más de medio millón de viviendas durante los próximos tres años
para hacerlas más eficientes energéticamente.
Y reforzaremos la gestión integral de la costa y los recursos hídricos con una
inversión de más de 2.000 millones de euros para cumplir nuestras metas
europeas, con la restauración de 25.000 km de ríos.
Junto a la España verde, la España digital.
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La situación derivada de la COVID-19 ha acelerado el proceso de digitalización
del mundo y en consecuencia de nuestro país, del sistema productivo pero
también de nuestro sistema educativo, poniendo de relieve sus fortalezas y
también sus carencias que hemos sufrido a lo largo de estos meses, tanto desde
el punto de vista económico, como social y territorial.
Es urgente apoyar la modernización del tejido empresarial, impulsando su
internacionalización, la renovación del capital tecnológico, su adaptación a la
transición ecológica, sí, pero también a la transición digital. En línea con la
estrategia digital europea, la Agenda España Digital 2025, aprobada en julio, será
la hoja de ruta para guiar la acción en este terreno.
El 80% de los españoles y españolas recibirá formación en competencias
digitales.
Promoveremos que el 75% de la población disponga de cobertura 5G y que toda
la población española tenga acceso a internet rápido.
Formaremos en teletrabajo a más de 150.000 empleados públicos y
extenderemos el impacto por programas de digitalización a 2,5 millones de pymes.
En tercer lugar, quisiera manifestar nuestro empeño y compromiso con una causa
que podemos compartir todos y todas. Y es que necesitamos un país sin brechas.
Y la mayor brecha que existe en nuestro país, además de la territorial, es la brecha
de género. Necesitamos construir entre todos una plena igualdad entre hombres
y mujeres en España.
Si avanzan las mujeres, avanza la sociedad. El objetivo de eliminar las brechas
de género que tiene que ser un objetivo trasversal. Eso explica que la igualdad de
género sea un enfoque transversal que vayamos a dar a todos los proyectos
tractores que a continuación presentaré.
Un dato para ser conscientes de la envergadura y de la potencialidad que
representa en términos, no solamente de dignidad, de justicia pero también
económicos la lucha por la igualdad de género. Según estudios recientes, la
maternidad explica una proporción significativa de la brecha salarial de género.
Hasta un 11% cae los salarios medios de las mujeres un año después del
nacimiento de sus hijos, cosa que no ocurre con los hombres.
El Plan contempla,
por ejemplo, la creación de más de 65.000 plazas de educación infantil de 0 a 3
años –que es una de las asignaturas pendientes en nuestro país, que es sinónimo
de pobreza infantil y que es sinónimo de desigualdad de oportunidades-, y 1.460
unidades de acompañamiento y orientación personal y familiar para atención del alumnado educativamente vulnerable –tenemos un desafío con el fracaso escolar
y el abandono escolar-, lo que ayudará sin duda a miles de familias, pero sobre
todo y de manera preferente a las mujeres, madres de familia.
En cuarto lugar, queremos una España de igualdad de oportunidades, vivan
donde vivan los ciudadanos. En la ciudad o en el medio rural.
Nuestro país tiene una población muy concentrada en las ciudades y en los
municipios medianos y grandes. Es crucial abordar el reto demográfico con
políticas que superen desigualdades de manera particular, se abordará aquella
legislación que dé respuesta a la precariedad de jóvenes y mujeres, retrasando
su emancipación social y económica, y lastrando la natalidad.
Debemos reforzar la cohesión económica, social y territorial para crear una
sociedad más justa, más solidaria y resiliente.
Para ello, fortaleceremos el estado de bienestar –también es una de las grandes
lecciones que debemos sacar de esta crisis- Necesitamos una Salud Pública, una
Sanidad Pública, una Educación Pública, un Sistema Nacional de Dependencia y
unos servicios de proximidad y de atención a las personas mayores y
dependientes muchísimo más potente y fuerte del que tenemos en nuestro país
en el día de hoy. La reforma de las políticas activas de empleo –fundamental para
hacer la reconversión industrial-, e impulsaremos un sistema fiscal justo en el
horizonte de los próximos años. Hay tres objetivos clave: el cierre de brechas
sociales y territoriales, el desarrollo del medio rural y la justicia intergeneracional.
La transformación digital será una herramienta indispensable para vertebrar la
cohesión territorial.
La conectividad generalizada de todos los territorios revitalizará las zonas más
afectadas por la despoblación, creando las condiciones óptimas para el
emprendimiento y la generación de empleo, especialmente el empleo de los más
jóvenes.
Además, del esfuerzo en educación temprana de 0 a 3 años, apostaremos por un
programa de enriquecimiento educativo para 3.000 centros de especial dificultad
educativa; reduciremos también la brecha digital con la dotación de 250.000
dispositivos con conexión a internet para uso en el hogar; y crearemos Aulas
Digitales Interactivas en 19.000 centros educativos.
Seguiremos con la reforma y modernización de la Formación Profesional
impulsando definitivamente la Formación Profesional Dual ajustando las plazas a las necesidades de cualificación del mercado laboral, mediante la creación, les
adelanto, de 200.000 nuevas plazas de Formación Profesional en los próximos 4
años.
Extenderemos asimismo la formación profesionalizante accesible en 3.000
municipios con menos de 5.000 habitantes de la España para afrontar el reto
demográfico.
En política social impulsaremos la rehabilitación y la adaptación de las
infraestructuras residenciales actuales para mejorar en los próximos tres años la
atención que reciben las 75.000 personas que atienden.
Posibilitaremos que en tres años 870.000 personas dependientes que viven en su
domicilio accedan a los servicios de teleasistencia.
Estas cuatro grandes transformaciones, la digitalización, la transición ecológica,
la igualdad de género y la cohesión social y territorial coinciden con las líneas de
actuación que la Unión Europea que acordamos priorizar durante el mes de julio.
Para ello, y en base estos pilares, el Plan Nacional de Recuperación,
Transformación y Resiliencia se estructura en torno a diez políticas tractoras.
Políticas que perfilan el alcance concreto de la inversión de los 72.000 millones
de euros que hoy hacemos público para los próximos tres años y que tiene una
distribución de fondos y prioridades muy marcadas.
La primera es la Agenda urbana y rural, la lucha contra la despoblación y el
desarrollo del sector agroalimentario que concentra el 16% de los recursos.
Apunta a dos objetivos fundamentales: uno, mejorar la habitabilidad de los
entornos urbanos mediante un Plan de choque de Movilidad Sostenible y un Plan
integral de Rehabilitación de Vivienda y Regeneración Urbana; y dos, dar
respuesta a las necesidades del entorno rural, manteniendo la población y
fomentando el empleo y la actividad económica con medidas como el Plan
Estratégico para la Transformación y Digitalización del Sistema Agroalimentario y
de la Cadena Logística, centrado en el fomento de la producción ecológica.
La segunda son las Infraestructuras y los ecosistemas resilientes, que recibirán
en 12% de los recursos. Hablamos de preservar nuestra biodiversidad, nosotros
somos la Costa Rica de Europa. Somos uno de los países con mayor
biodiversidad del mundo. Necesitamos protegerla, necesitamos cuidarla,
necesitamos legarla a las generaciones futuras.
Preservación de la biodiversidad,
el cuidado de los hábitats naturales, la restauración de humedales, los bosques, la restauración de ecosistemas vulnerables, la gestión de los recursos hídricos y
la adaptación de la costa a los efectos del cambio climático no solo expresan un
compromiso ético con generaciones futuras, también representan una inversión
cuya rentabilidad se expresa en términos de empresa, de creación de empleo, de
protección de la salud, de bienestar de los ciudadanos y de seguridad.
A ese fin, el Plan prevé activar un Fondo para la Restauración ecológica y la
resiliencia, que permita movilizar estas inversiones verdes y azules y activar
soluciones basadas en la naturaleza.
La tercera política tractora es la Transición energética justa e inclusiva, a la que
se destinará el 9% de los recursos. Debemos aprovechar el enorme potencial de
nuestro país para posicionarnos estratégicamente como líderes de la renovación
energética a escala global.
La cuarta política tractora tiene que ser el salto definitivo y la modernización de
las Administraciones Públicas para el siglo XXI. A la digitalización de ámbito
estratégicos como los procedimientos administrativos o la ciberseguridad
dedicaremos el 5% de los recursos de este plan.
La quinta política tractora es la modernización y digitalización de nuestro tejido
productivo, de nuestras PYMES, de nuestra industria, de nuestro sector turístico
y un impulso decidido a la Estrategia España Nación Emprendedora. A ella irá el
17% de los fondos.
La sexta política tractora es el Pacto por la ciencia y la innovación y el Refuerzo
de las capacidades del Sistema Nacional de Salud. Esta área contará con una
movilización de recursos del 17%. Debemos fortalecer las capacidades del
sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, y acompañar y fomentar un
incremento sostenible de la inversión pública y privada en I+D en nuestro país.
La séptima política tractora es la Educación y el conocimiento, la formación
profesional, formación continua y desarrollo de capacidades de los más mayores,
que concentrará el 18% de los recursos. Si hay un elemento capital para que el
Plan de inversiones y reformas tenga el impacto deseado, ese es la inversión en
capital humano.
Lo que incluye un Plan Nacional de Capacidades Digitales del
conjunto de la población, un Plan Estratégico de Impulso de la Formación
Profesional que se elaboró junto con toda la comunidad educativa y la
modernización y digitalización del sistema educativo, impulsando la educación de
0 a 3 años y avanzando decisivamente hacia un modelo personalizado, inclusivo
y flexible.
La octava política tractora es la Nueva economía de los cuidados y las políticas
de empleo, a la que destinaremos el 6% de los recursos. La pandemia ha
demostrado la necesidad absoluta de situar a las personas en el centro de la
economía, asegurando que nadie queda atrás. Sobre todo los más mayores que
tanto han trabajado por el futuro de nuestro país. Tenemos que legarles unos
servicios de atención mucho más fuertes, mucho más resilientes. Mucho más
adaptados a sus necesidades y sus querencias como es, por ejemplo, los servicios
de proximidad.
La novena política tractora es el Desarrollo de la industria de la cultura y el deporte,
que contará con el 1,1% de los recursos del plan. La industria cultural, cuya
vulnerabilidad se ha puesto de relieve en la pandemia, no solo tiene un valor
indispensable para el desarrollo de una sociedad libre y abierta: también es
generadora de riqueza, industria y en consecuencia de empleo.
Es preciso impulsar un plan para su revalorización en todos sus sectores, al
tiempo que apoyamos las iniciativas que la nueva economía digital está
planteando, entre otros sectores la producción audiovisual y los videojuegos que
caminan a caballo entre la cultura y la industria. Otro tanto haremos con el deporte,
que tiene una potencialidad no solamente interior sino exterior fundamental y que
representa a mi juicio una de las ventajas competitivas de nuestro país y que se
ha visto muy afectado por la emergencia sanitaria.
Y la décima y última política tractora es la Modernización del sistema fiscal para
un crecimiento inclusivo y sostenible. El paso devastador de la pandemia ha
supuesto un aumento inevitable del gasto público y de la deuda pública, cubierto
ahora por los mecanismos extraordinarios de flexibilidad previstos por el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea.
Sin embargo, la sostenibilidad financiera a medio plazo requerirá retomar la senda
de reducción de los desequilibrios fiscales –no nos olvidemos que tenemos una
recaudación muy inferior a la media de la Unión Europea-, una vez consolidemos
un crecimiento lo suficientemente vigoroso y recuperemos niveles de PIB similares
a los de antes de la pandemia.
Además, entre todas las administraciones, hemos de tomar medidas para mejorar
la eficacia y eficiencia del gasto público. Esto no sólo nos lo dicen los empresarios
y las empresarias, nos lo dicen también los propios ciudadanos cuando se acercan
a la ventanilla de una institución pública. Tenemos que ser mucho más eficientes
en el gasto público y sin duda alguna, tenemos que reconstruir consensos, que se
han roto a lo largo de estos últimos años, y uno de ellos fundamental es reconstruir el consenso en torno al Pacto de Toledo, para dar seguridad a nuestros mayores
sobre la viabilidad de nuestro sistema público de pensiones y dar certezas a las
generaciones futuras.
Todos los planes, medidas y acciones contenidos en estas diez políticas palanca
incidirán directamente en aquellos sectores productivos con mayor capacidad de
transformación de nuestro tejido económico y social. Sectores que, al mismo
tiempo, entroncan con algunas de las necesidades más apremiantes que tenemos
como país. Pero sin duda, quiero insistir en ello, serán la transición ecológica con
más del 37% de los recursos y la digitalización, con el 33%, las grandes
prioridades de este Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Con el fin de garantizar la correcta ejecución de los fondos, vamos a reforzar y
desarrollar estructuras de seguimiento y coordinación, en cuatro ámbitos
fundamentales:
• En primer lugar, en el ámbito del buen Gobierno, se creará una Comisión
Interministerial para la Recuperación, Transformación y Resiliencia que
presidiré personalmente y en la que participarán todos los Ministros y
Ministras de las áreas de gobierno con mayor vinculación con la ejecución
del plan. Así mismo, se constituirá una Unidad de Seguimiento en La
Moncloa.
• En segundo lugar, en el ámbito de la cogobernanza –porque vivimos en un
estado compuesto, porque las CCAA tienen competencias muy importantes
en el ámbito urbanístico, en el ámbito de la rehabilitación de viviendas, en
el ámbito de la movilidad-, se reactivará la Conferencia Sectorial de Fondos
Europeos, con las comunidades y ciudades autónomas. Se introducirá el
Fondo de Recuperación en los debates habituales, una palanca muy
potente desde el punto de vista político que hemos activado desde el
principio de esta legislatura como consecuencia de la emergencia sanitaria
que es la conferencia de presidentes autonómicos, y se potenciará la
participación de las entidades locales. En este sentido, quiero recordar una
cita inédita en nuestro país y es que el próximo día 26 se celebrará en el
Senado una Conferencia de Presidentes con la presidenta de la Comisión
Europea para abordar la gestión de los fondos con todos gobiernos
autonómicos.
• En tercer lugar, se facilitará una interlocución continua, intensa y muy
próxima con las empresas, con los trabajadores y con resto –también el
mundo académico- de actores que participan en los proyectos, a través de
varios Foros y Consejos de alto nivel, potenciando la colaboración públicoprivada –porque necesitamos arrastrar inversión privada- y el diálogo con
los agentes sociales que tan buenos resultados están dando. Entre los
Foros de alto nivel estarán, entre otros, los siguientes: Foro de alto nivel
sobre ciencia e innovación, otro sobre digitalización, otro sobre energía,
agua, movilidad, industria, turismo, reto demográfico, cultura o deporte.
• En cuarto lugar, en el ámbito institucional se pondrán en marcha
mecanismos de rendición de cuentas periódicos ante el Parlamento, a
través –y esta es la propuesta que aremos a la mesa del Congreso de los
Diputados- de la Comisión Mixta Unión Europea para que haya una
representación de los diputados y diputadas sino también de los senadores
y senadoras para dar una representación territorial a la rendición de
cuentas.
Para garantizarnos la eficacia y agilidad en la absorción de los fondos debemos
poner en marcha una reforma profunda de las normas y leyes de la Administración
General del Estado en tres vertientes:
Primero, con el diseño de una gobernanza para los fondos que sea eficaz,
fortaleciendo las estructuras administrativas responsables de este reto; que
además sea plural, no sólo debe contar con la Administración General del Estado,
sino que tiene que contar también con las Comunidades Autónomas, los
municipios y el sector privado; y, por último, que sea responsable, cumpliendo en
todo momento con los criterios y condiciones a los que España se ha
comprometido en Europa en el ámbito del buen Gobierno.
El segundo lugar. Estamos en puertas de una gran transformación en la forma de
operar de la Administración Pública. Este Gobierno va a acometer las reformas
legales y administrativas necesarias para que la gestión de los fondos sea
impecable y se ejecuten de manera transparente y ágil en estos tres años. Para
ello, a través de un real decreto ley para eliminar todos los cuellos de botella y
todas las trabas administrativas existentes. Modificaremos aquellos aspectos, por
ejemplo, de la Ley de Contratos del Sector Público, de la Ley General de
Subvenciones o de la Ley de Régimen Jurídico del Sector Público. ¿Y por qué? Porque a menudo se detecta que suponen un obstáculo para la
gestión y absorción de los recursos disponibles. A las dificultades no podemos
añadir más dificultad, sino más flexibilidad para la absorción en los parámetros de
buen Gobierno a los que aspira y quiere nuestro país.
Y todas estas reformas se harán siempre conforme a la normativa europea.
Y, en tercer lugar, revisaremos todos aquellos aspectos operativos o de gestión
que resulte preciso modificar. En definitiva, eliminaremos trabas administrativas y
resolveremos cuellos de botella que ralentizan y entorpecen la contratación y la
ejecución de proyectos.
Insisto. Esta reforma histórica —largamente demandada y ahora más necesaria
que nunca necesaria— y esto hará que nuestra administración pública sea más
eficaz, más ágil y más transparente. Y quiero pedir que el resto de las
administraciones, autonómicas, a las administraciones provinciales y las
administraciones locales, sigan este camino en sus ámbitos de su competencia.
Ahora no podemos permitirnos —menos que nunca— que la burocracia
obstaculice la recuperación y la modernización que demanda y necesita nuestro
país.
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia junto a los PGE definirán
el horizonte de España para la próxima década. Con ellos abordamos la nueva
modernización de España.
El esfuerzo es ingente pero merecerá la pena. Claro que merecerá la pena.
Necesitamos eso sí contar con el mayor respaldo posible. Ya disponemos del
respaldo de la unión europea; también del impulso y la estabilidad que propician
los acuerdos entre los agentes sociales.
Será preciso extender al máximo la cogobernanza entre las distintas
administraciones con la poderosa palanca de la Conferencia de Presidentes. Y
sería deseable que ese clima de unión, de concordia, de arrimar el hombro, de
empujar todos en la misma dirección se extendiera al ámbito de los partidos
políticos con presencia parlamentaria. No me cansaré nunca de decirlo y repetirlo.
Quisiera por ello finalizar con una reflexión: nunca —al menos desde los tiempos
de la transición— nuestro país ha necesitado tanto la unidad, la cooperación y la
lealtad institucional del conjunto de todas las fuerzas políticas parlamentarias.
Son tiempos excepcionales, y exigen de todos un comportamiento político
excepcional. Yo no reclamo.
El Gobierno no reclama un apoyo ciego y acrítico a nuestras posiciones, a nuestras políticas. Pero sí una colaboración mínima en
beneficio del interés general, del bien común, en beneficio de nuestro país. Sí,
también reclamo el fin de cualquier bloqueo institucional.
Tras esta crisis de la COVID-19, se alzan dos posibles respuestas. La política o la
antipolítica. La política sirve para buscar puntos de acuerdo, para encontrar
soluciones desde la diferencia.
La antipolítica solo sirve para señalar culpables, a
menudo imaginarios, para fomentar el odio y enfrentar la sociedad.
El mundo, Europa y por ende nuestro país se halla en una encrucijada decisiva.
Millones de españoles se sienten frágiles ante el azote de un virus mortífero y
frente a la sacudida económica y social insólita y feroz derivada de esta
emergencia sanitaria. La política puede tomar el camino de la colaboración o el
camino de la trifulca. Desde luego el Gobierno de España opta por el camino de
la colaboración porque nada bueno obtendrá nadie por el segundo camino. Solo
sumará desazón y rabia a la inseguridad que hoy sienten los ciudadanos y
ciudadanas como consecuencia de la pandemia.
Estoy convencido que España va a tomar el camino de la política, el camino del
acuerdo y que va a abandonar el camino de la antipolítica.
El Plan que hoy presentamos, los PGE que presentaremos a las Cortes Generales
que lo activan ofrecen una oportunidad única para demostrar el ímpetu de nuestro
país y para poner a prueba la potencia de la política democrática. De la buena
política, la que facilita acuerdos, la que propicia soluciones.
Sé de sobras que estamos diseñando un escenario de esperanza cuando aún no
hemos superado el momento sombrío al que nos arrastró la pandemia. Pero a la
vez que superamos la emergencia debemos elevar la mirada más allá y planear
el próximo avance colectivo que nos aguarda.
Estos momentos amargos pasarán sin duda alguna. Y precisamente en medio de
la dureza de estos momentos es cuando debemos sobreponernos a este golpe
brutal y convertirlo en una oportunidad de avance.
Más allá del Gobierno, de las instituciones y administraciones públicas, nos
encontramos ante una ingente tarea común que apela a todos y cada uno de los
ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, a todas y cada una de las empresas
con independencia del sector donde estén o la dimensión que tengan. El mayor
reto al que se ha enfrentado nuestra generación desde el restablecimiento de la
democracia.
Y no hay alternativa a este reto. No tenemos más opción que actuar en el tiempo
que nos ha tocado vivir, y hacerlo con ambición y con alguna dosis de entusiasmo.
No podemos permitirnos la deserción o la indiferencia.
Será un camino lleno de dificultades; no me cabe duda alguna. Aquí hay
muchísimo empresarios y empresarias, trabajadores que son conscientes
precisamente de la dureza de esta emergencia sanitaria, económica y social.
Pero, una vez más, quiero reiterar mi confianza absoluta en las capacidades y las
potencialidades de la sociedad española.
Una sociedad que ha demostrado en los meses de confinamiento que es una
sociedad solidaria, madura para asumir con disciplina muchísimas de las
exigencias que tuvimos que autoimponernos precisamente para doblegar la curva
y mantener a raya al virus. Somos una sociedad solidaria, madura, flexible,
resiliente, disciplinada, abierta a los cambios, como ya lo hemos demostrado en
muchos otros momentos de nuestro pasado. Y estos son precisamente los rasgos
imprescindibles para abordar con éxito las próximas transformaciones y la
modernización de nuestro país.
Una sociedad capaz de superar los mayores compromisos desde dos actitudes
básicas: la unión de todos los esfuerzos u la segunda voluntad en busca del bien
común.
Quiero repetirlo: no pido nada nada más que lo que ofrezco: unidad y estabilidad
para que la economía funcione.
Tenemos un reto difícil sin duda alguna, pero tenemos también un reto
apasionante. Merecerá la pena. Tenemos un país extraordinario. Tenemos los
recursos. Y tenemos la hoja de ruta definida.
Éste es el desafío para nuestra generación. Casi nunca elegimos las
circunstancias en las que hemos de vivir; muchas veces las circunstancias son las
que nos obligan a elegir. Pues bien, nuestra circunstancia ha sido la pandemia y
nuestra elección será la recuperación y la modernización inclusiva de nuestro
país.
Lo hicimos antes, y lo volveremos a hacer. Solo necesitamos querer, y confiar.
Porque si España quiere y claro que quiere, España puede y claro que podrá.
Muchísimas gracias por su asistencia.
Pedro Sánchez presenta la “hoja de ruta” para la “nueva modernización de España”