jueves, 23 de noviembre de 2017

Discurso de Ángel Gabilondo


INTERVENCIÓN DE ÁNGEL GABILONDO
ENMIENDA A LA TOTALIDAD PRESUPUESTOS 2018
-23 de noviembre de 2017-
Los presupuestos presentan de modo privilegiado lo que el Gobierno de Madrid piensa de la Comunidad. Y su diagnóstico es explícito. Las cosas van bien, no necesitan modificaciones de importancia, y menos aún cambios que pudieran suponer alguna transformación.
Todo es mejorable, suelen ustedes señalar, y lo dicen a modo de concesión argumentativa. Y de nuevo, estamos en las mismas.
Si ya hace un año encontramos que no eran unos presupuestos responsables, porque no atendían los problemas más reales y cruciales de Madrid, ahora podemos añadir que, además, son insostenibles. En una Comunidad rica sin procesos de redistribución ni de reequilibrio.
Y es triste que no lo consideren decisivo. No hay derecho a estos presupuestos, dado el potencial de la Comunidad. Con ellos, no pueden abordarse los retos de Madrid con la firmeza y entereza que se requiere, ni con simples parches de mejora, ni con intervenciones puntuales.
Si a ustedes les parece que esto es cuanto cabe hacer en nuestra Comunidad, pues respetado queda. Pero no lo compartimos en absoluto. Si encuentran compañeros para este camino, aceptado queda. No seremos nosotros.
Si se prosigue en las mismas líneas esenciales de las políticas de gastos y de ingresos, ocurrirá lo que viene ocurriendo, es decir, un aumento de la precariedad laboral, de la desigualdad y de la pobreza, y de la exclusión social. Todo ello a pesar del contexto de recuperación económica.
Podemos convertir esta sesión en una exhibición de los avatares de cada cifra, algo desde luego insuficiente, dado que no es hoy cuando hemos de ocuparnos de las enmiendas particulares que el proyecto sin duda merece y necesita. No obviamos esa labor, pero ahora nuestra enmienda es a la totalidad. ¿Significa eso que todo está mal, que ninguna propuesta es adecuada? Más bien, la enmienda trata de señalar que el proyecto ni en su orientación, ni en sus objetivos, ni en su desarrollo da cuenta o responde a lo que constituyen las efectivas necesidades o prioridades de Madrid.
Nuestra Comunidad necesita cambiar. Ponemos de manifiesto esta voluntad expresada por la mayoría, que eligieron otras opciones, y no la mera continuidad. Y estos presupuestos la anclan en un modelo que ratifica el actual estado de cosas, ya que se limitan a proseguir en la inercia de una situación ineficiente e injusta. Son presupuestos de servicios mínimos que en modo alguno contribuirán a que desarrolle su potencialidad.
Ni se atisba otro modo de hacer, ni han acabado ustedes de entender en qué radica el malestar de Madrid. Al contrario, estos presupuestos son la expresión de que el Gobierno no ha logrado identificar ni liderar el cambio que se reclama. Es corto de miras considerar que lo que se deseaba era que todo siguiera igual, salvo algunos gestos aislados, siempre con insuficiente profundidad. Estos presupuestos no parecen perseguir otra cosa que la voluntad de consolidar y de fortalecer. Pero ¿el qué?: el desequilibrio y la desigualdad y algunos privilegios e intereses.
De nuevo, una oportunidad perdida. Las circunstancias permitirían hacer algo bien diferente. Estamos creciendo y nos alegramos de ello. Ante un presupuesto expansivo, es cuando más puede comprobarse hasta qué punto podríamos elegir lo que deseamos hacer. Y esta es la cuestión, ¿qué tipo de Comunidad se está consolidando? Sin duda, un modelo económico y social basado en un crecimiento de unos a costa de otros.
Su proyecto, a pesar de su afán compartido en exhibirlos, no es aún el de la Comunidad, sino el de su Gobierno. A nuestro juicio, son los presupuestos de la resignación, de la claudicación, de la constatación de que esto es lo más que ustedes pueden y saben hacer. Desde luego, hay aspectos positivos, pero su propuesta pone en evidencia su falta de proyecto político, salvo que éste consista en la pura ratificación de lo que sucede y en la celebración de lo bien que les va a quienes les va bien.
La situación no es sostenible ni social, ni política, ni económica, ni ambientalmente. Estamos no solo ante un instrumento o una herramienta, sino ante una radiografía del Gobierno de la Comunidad, de sus prioridades y de su pasividad ante el mero juego de relaciones de influencia o de poder. Y es la radiografía de un modelo político que se ratifica como inapropiado.
Y las resignaciones se centran en lo que habrían de ser los ejes de la política de Madrid. 1. Unos servicios públicos gestionados con calidad, eficiencia y equidad. 2. La sostenibilidad medioambiental como transición ecológica de la economía. 3. El empleo de calidad y 4. La lucha contra la desigualdad. Y en definitiva se trata de eso, de sostenibilidad. Una Comunidad que, además, ha de estar abierta a los desafíos de España y del exterior y, muy singularmente, a los desafíos de la Unión Europea.
No hemos tenido oportunidad de participar en la elaboración de estos presupuestos. Se nos pide que colaboremos cuando el asunto ya está suficientemente cerrado, pactado y diríamos que, en lo sustantivo, clausurado. Es el momento de su receptividad para demostrar hasta qué punto esto lo desean.
Hay excesiva discrecionalidad y simple reparto de fondos finalistas, necesarios tal vez pero supeditados a motivos y razones que, desde luego, no son transparentes en los criterios de las concesiones y sus cantidades, y ello impide realizar, en las mejores condiciones, nuestra labor.
Señora consejera, no cuestionamos ni la capacidad ni la buena voluntad de quienes han elaborado estos presupuestos, pero no compartimos ni sus prioridades ni su escala de valores, y de ello se deduce toda una arquitectura de reparto alejada de lo que a nuestro juicio supondría una buena distribución. Y se trata de distribuir y no de repartir. Por eso no hablamos de justicia “repartitiva”. Se trata de que los presupuestos respondan a una justicia distributiva, lo que implica que a cada cual se le tenga en cuenta según su diversidad y su necesidad. Estos presupuestos no son distributivos, estos presupuestos no son justos, ni equilibrados.
Hemos de tener presentes, muy singularmente, a los 414.800 desempleados de nuestra región, según la EPA del tercer trimestre de 2017, y a los cerca de 150.000 que llevan dos años buscando trabajo. 114.300 hogares madrileños tienen todos sus miembros en paro. Y persiste la brecha salarial por razón de género. Estos presupuestos no abordan los problemas estructurales, ni las graves situaciones para una mayor autonomía y para la incorporación de las personas con discapacidad.
Sin embargo, los presentan como la herramienta eficaz para dotar de buenos servicios públicos a Madrid, para afianzar la recuperación económica y el empleo, así como la cohesión social en nuestra región. Pero se oculta que para el próximo año se prevé una desaceleración del crecimiento económico y una menor creación de empleo, 15.000 menos que en 2017, y eso a pesar de ser el proyecto de presupuestos más expansivo desde el inicio de la crisis.
Consolidan la creación de un empleo de mala calidad, sustituyendo el empleo estable por un empleo con fecha de caducidad. Reflejo de ello es que el 85% de los contratos que se firman actualmente son temporales, y el 20% dura menos de una semana. Precariedad que cuenta con la acción de la propia administración que ustedes dirigen, ya que 81.200 asalariados del sector público tienen contratos temporales.
Sus presupuestos no dan respuesta a la cronificación del paro ni al fuerte descenso de la cobertura del sistema de prestación por desempleo, características de nuestro actual mercado laboral. Pero tampoco a los más de 700.000 trabajadores que perciben un salario inferior a los 600 euros mensuales, que sienten que tener un empleo ya no ofrece seguridad y futuro. Consolidan un modelo laboral excluyente con claros perdedores, como son las mujeres, los jóvenes y los mayores de 45 años. El trabajo autónomo no se sostiene simplemente con la tarifa plana si no se ofrecen otras medidas para afianzar el sector.
Es urgente un pacto de rentas para garantizar salarios dignos y acometer cambios en el modelo productivo, a fin de dar respuesta a desafíos como la digitalización o el cambio climático, que están ausentes del presupuesto.
El proyecto presentado nos plantea incertidumbres de gestión y de sostenibilidad de la Comunidad. Para 2018, la deuda pública cuenta con un presupuesto de 3.000 millones de euros, lo que representa el 14% del gasto.
Basta señalar que el objetivo de deuda para Madrid es del 14,3% del PIB, y en estos momentos estamos en el 15,1%. Y no encontramos en su proyecto cómo piensan resolverlo.
Con su mala gestión recurren de modo sistemático a la deuda, lo que está comprometiendo a las generaciones futuras. Y si otras regiones también lo hacen es asunto que ha de afrontarse y debatirse en sus respectivos parlamentos. La excelencia es compararse con lo que uno puede y debe hacer, no resignarse con que otros lo hacen peor.
Estos presupuestos no afrontan el necesario cambio del modelo productivo. La descapitalización de la industria madrileña, que apenas representa el 9,6% de la producción regional, es preocupante, y ustedes la consolidan. No ofrecen un plan de reindustrialización, y cada vez es más necesario planificar un espacio productivo que recoja las necesidades actuales de un sector innovador y competitivo acorde a la industria 4.0. Falta un plan ambicioso de apoyo al sector del pequeño comercio y echamos en falta políticas articuladas y eficientes para el sector del turismo.
Muestran desinterés por activar acciones que aborden el riesgo de pobreza y exclusión social que existe en nuestra región, un 21,7% de su población, y se intensifica entre los menores, donde alcanza al 34%. Esto es insostenible. Y eso, a pesar, de los elevados crecimientos del PIB, el 3,4% en 2016, lo que da cuenta de la distribución desigual de la riqueza que se consolida en Madrid con su modelo.
 Cada día se conforma en nuestra Comunidad una sociedad más dual, donde la brecha de la desigualdad se incrementa. Es un mensaje perverso considerar que la redistribución es inviable o atemorizar a quienes se encuentran en buena situación, como si los demás buscáramos evitar que lo estén.
Una desigualdad que también es territorial. Hemos insistido en la necesidad de un pacto local. Mientras, tanto con el PRISMA 2008- 2011, ampliado hasta el 2015, como con el PIR 2016- 2019, hemos perdido 16 meses. La obsesión por cerrar Nuevo Arpegio ha llevado a financiar un escaso 10% de lo presupuestado en ambos programas.
Señora consejera, su reiteración en que 9 de cada 10 euros de su presupuesto se dedican a política social, más bien alude a las obligaciones competenciales de las comunidades autónomas, pero solo sería realmente social si mejoraran los indicadores que miden la cohesión social y corrigieran, mediante políticas públicas de calidad, las condiciones de acceso de los madrileños a los servicios a los que tienen derecho. Y eso ni ocurre en Madrid ni ocurrirá con el modelo que ustedes eligen.
Solo habrá un Madrid equilibrado con un estado de bienestar amplio, con servicios públicos de alta calidad comprometidos con la cohesión social, para corregir desigualdades, y con políticas públicas preocupadas por la dignidad de las personas y la redistribución de la riqueza de modo más justo. Y ese modelo social conlleva establecer un sistema fiscal que lo sostenga, basado en la progresividad, donde no haya espacio para el fraude.
Las bonificaciones, exenciones, deducciones fiscales, generadas por los sucesivos gobiernos de su opción política, sobre los impuestos de sucesiones, donaciones, patrimonio e IRPF dan una cifra que supera los 3.100 millones de euros, y así es muy difícil lograr una Comunidad de primera magnitud. Con su modelo fiscal han renunciado también a que Madrid crezca mejor. Según avanza la legislatura, plantean una ampliación de dos deducciones fiscales en IRPF con alcance muy limitado, en vez de una revisión profunda de amplia repercusión. Y así evidencian su voluntad de mantener el actual y desequilibrado estado de cosas.
La Comunidad necesita una recaudación más adecuada y justa. No se trata de incrementar los impuestos de forma indiscriminada. Se precisa un estudio riguroso, aún por hacer, de las necesidades de la región y de la consecuente actualización de su sistema fiscal con una planificación al menos de medio plazo, así como de lograr un sistema de financiación autonómica consensuado y equitativo. La mejor coartada para no abrir ningún diálogo en uno y otro sentido es presuponer que nuestra única voluntad es subir a toda costa, en toda dirección, los impuestos. Con ello ustedes se previenen a sí mismos de las buenas razones para proceder de otro modo.
De nuevo nos encontramos con la irrealidad en los ingresos. Según la liquidación de 2016 dejaron de recaudar 1.000 millones de euros previstos. Esta desviación venía dada por una menor recaudación de impuestos propios, especialmente en el impuesto de transmisiones patrimoniales y en el impuesto de actos jurídicos. Comprenderán que pongamos en cuestión sus previsiones.
Es inquietante comprobar que parten de un gasto insuficiente para garantizar una prestación de estos servicios públicos de calidad e igualdad de acceso. 
Algunos ejemplos explícitos y bien elocuentes:
El presupuesto sanitario comienza, otro año más, infrafinanciado respecto al gasto real. Los presupuestos de 2018 destinan a toda la Sanidad 7.870,5 millones de euros, cuando en 2016 se obligaron 8.126,4, es decir, 195 millones menos de lo gastado en 2016.
El presupuesto dedicado a Educación en la Comunidad de Madrid crece un 3%, por debajo de la media nacional, que lo hace a un ritmo casi del 5%. Madrid dedica un 12% del presupuesto educativo nacional, cuando tiene el 15% del alumnado.
Encontramos asimismo insuficiente el gasto en universidades, que ven rebajadas sus inversiones en un 10% y las nóminas no incorporan la subida salarial. Esto supone un nuevo recorte a las mismas.
Los jóvenes de la Comunidad siguen sin ser una prioridad de sus políticas. Destinan 19,7 millones de euros menos al Plan de Empleo Juvenil, a pesar de ser el colectivo con mayores tasas de paro, lo que resulta decepcionante. Ni rastro de un parque de vivienda pública de alquiler con precios asequibles para fomentar su emancipación. La construcción de viviendas por parte de la Comunidad sigue estancada, con apenas el inicio de tres promociones a lo largo de 2018, las primeras de un mandato que terminará sin la entrega de ninguna de ellas. No todo ha de reducirse al Abono Transporte Joven. Por cierto, Abono Transporte que habría de dar respuesta también a colectivos en situación de pobreza o exclusión social. Un abono de 10 euros para los parados del programa de activación, que apenas beneficia a 300 personas, es un verdadero fracaso de política social.
Podemos hablar ya de otra legislatura perdida en Justicia. 2018 será un nuevo año en el que los madrileños vamos a tener que pagar 33 millones de euros en el arrendamiento de sedes judiciales y fiscales. Tras el escandaloso fracaso del proyecto de la Ciudad de la Justicia, con más de 130 millones de euros en su haber, nos preguntábamos qué solución nos presentaría el Gobierno de la Comunidad en los presupuestos. La respuesta es ninguna, ninguna alternativa. Los presupuestos para 2018 consolidan un sistema de organización de personal propia de tiempos pasados; no se da impulso a la nueva Oficina Judicial - ni se menciona- creada por Ley del año 2009. Tampoco se da solución a las deficiencias tecnológicas de los juzgados, que requieren nuevas tecnologías actualizadas para dar una respuesta acorde a los tiempos vigentes. Tampoco se garantiza la puesta en funcionamiento del Instituto de Medicina Legal y la nueva Oficina Fiscal.
En violencia de género hay apenas 23,5 millones presupuestados. Desconocemos en qué programas y en qué consejerías está el resto, hasta los más de 45 millones de euros que anuncian para 2018 en aplicación de la Estrategia Madrileña contra la Violencia de Género. Pero lo más alarmante es que, desde 2016 hasta septiembre de 2017, este programa ha tenido una dotación total de 66,5 millones, habiéndose dejado sin ejecutar cerca de 25 millones.
La sostenibilidad debería ser uno de los hilos argumentales de este presupuesto y no lo es. Solo invierten 1,92 euros de cada 100 en política medioambiental. Para una correcta transición ecológica de la economía debemos enfocar el presupuesto en esa dirección. No hablamos solo de medio ambiente, sino de la sostenibilidad en el más amplio sentido de la palabra. Sostenibilidad económica, con una nueva fiscalidad verde, con prácticas económicas rentables y ambientalmente responsables. Sostenibilidad ambiental, con una apuesta clara por contribuir a la reducción y mitigación de los efectos del cambio climático en nuestra Comunidad.
 El presupuesto de Cultura en Madrid no llega al 1 por ciento. Calculado por habitante y porcentaje del PIB, está por debajo de cualquier comparación posible. Es convencional y continuista, y no ataja desigualdades entre municipios y distritos. Lo que fallaba sigue fallando: falta de inversiones en dotaciones y mantenimiento de las existentes. Y no basta con una retahíla de actividades. La Cultura no debe circunscribirse a los protocolos y espectáculos, ni se debe reducir a colectivos que ya acceden a ella. Se requieren políticas para nuevos públicos.
Persiste la infrapresupuestación de los recursos destinados a la Renta Mínima de Inserción. Partimos ya de un presupuesto de 168,9 millones, claramente insuficiente. Los centros de mayores experimentan un retroceso. Un pírrico 0,8% de incremento lo confirma. Parece olvidarse que estos centros representan el muro de contención en la prevención de la dependencia. Así se ratifica que la atención a las personas mayores en las residencias, centros de día o pisos tutelados está marcada por un error en la concepción del modelo. Y esto se traduce en peor calidad de vida de los residentes y precariedad laboral de los trabajadores.
Además, hay que lamentar la falta de respuesta a los cuidadores familiares. El sistema para la autonomía y atención a la dependencia exige mayor consideración, dado que, según datos de finales de octubre, hay 31.564 personas con ese derecho a prestación reconocido, que no la reciben.
La atención y protección a la familia y al menor queda marginada, con tan solo 636.000 euros de incremento en 2018, lo que se traduce en disminuciones de recursos residenciales específicos para adolescentes, acogimientos familiares, plazas para prevención a la infancia y a la adolescencia en dificultad social, disminución de tratamiento del abuso sexual infantil.
También hemos de poner de relieve algunas partidas en el presupuesto que podríamos denominar “partidas fantasma”. Por ejemplo, en Vivienda, con proyectos de inversiones en conserva que se mantienen inactivos en el presupuesto -algunos se iniciaron en 1995 y perduran veinte años después. Es el caso de las 76 VIVIENDAS VALDEACEDERAS B-14 con un presupuesto que supera los 7 millones-. Y hay más, en un largo listado de inversiones que no son tales.
A su vez, las insuficientes transferencias a las corporaciones locales para las policías del programa BESCAM se congelan en 2018. A esto hay que sumar el recorte de casi el 30 % de la partida que se arrastra desde 2011. Está en el haber de este Gobierno una desatención de asuntos de seguridad pública, lo que a nuestro juicio es muy grave.
Pero si hablamos de presupuestos insostenibles, y de la necesidad de políticas públicas de calidad para garantizar una adecuada redistribución y reequilibrio y otra concepción de la economía, estos presupuestos no transformarán Madrid que, lejos de su enorme potencialidad, parece resignarse en sus políticas a garantizar la comodidad de algunos sectores y ámbitos particulares.
 Basta centrarse en lo que sucede en Sanidad y en Educación, vertebras fundamentales y decisivas para un Madrid que genere bienestar y riqueza con esa dimensión universal y de justicia. Y en nombre de una malentendida y mal llamada libertad no pueden ser el abrigo de intereses particulares o de sectores privilegiados. O de una gestión o ejecución poco eficiente.
La sanidad privada suma 978 millones y sigue creciendo (56,5 millones más, un 6,6%) respecto a la de gestión pública (4,2% en hospitales y 2,5% en atención primaria). Es sintomático el grado privilegiado de compromiso e identificación que su Gobierno tiene con la sanidad privada: Esos casi 1.000 millones previstos para ella representan un 12,7% del gasto total del SERMAS. El incremento desde 2011 ha sido extraordinariamente llamativo, un 90,5% más, es decir 464 millones de euros.
Mientras, continúa el estado de excepción económico para el personal del SERMAS, repitiendo por décimo año (desde 2009) el artículo 27 en la Ley de Presupuestos que niega “excepcionalmente” la carrera profesional y la actualización de varias retribuciones de los sanitarios madrileños. Y con claras repercusiones sociales.
Prosigue una baja dotación para inversión y mantenimiento, lo que conlleva la descapitalización de edificios, equipos e instalaciones de la sanidad madrileña. El Gobierno presume de la inversión que proyecta en el presupuesto inicial, inversión que es virtual, pues deja la mayor parte sin ejecutar.
Por otro lado, la educación concertada es mejor tratada que la pública. No se deduzca de esta apreciación que es nuestra voluntad descalificar su labor. Simplemente se trata de constatar que, por ejemplo, la concertada recibe en estos presupuestos 378 profesores nuevos, mientras la pública únicamente 600, aunque la distribución del alumnado es de un tercio en la concertada, y de dos tercios en la pública, y en los últimos cursos crece más el alumnado de ésta. Las exigencias han de ser similares, así como las normas de funcionamiento y de control. Pero, consideramos que el sistema ha de fundamentarse en una educación pública de calidad.
Resulta sintomático que la educación compensatoria, para la inclusión y diversidad, es decir para los estudiantes con más dificultades, pierda peso presupuestario en profesorado y medios.
En Formación Profesional, los presupuestos prevén un incremento de un 8% más de alumnos y de ciclos formativos, con escasamente un 1,6% más, con lo que los servicios, centros y laboratorios de estos alumnos se verán perjudicados.
En cuanto a las necesarias nuevas infraestructuras educativas, se presupuestan 11 colegios y 14 Institutos, cuando en toda la legislatura se han puesto en marcha menos de 20. Estos centros construidos han necesitado el doble de la cantidad media presupuestada que los nuevos centros de 2018. No resulta creíble que puedan llevarse a cabo.
 Señorías, tenemos otro modelo de Comunidad, y de sociedad. No negamos su voluntad de mejorar pero, a nuestro juicio, con una mirada sesgada que no antepone siempre los intereses generales y que trabaja por mantener una situación que Madrid no merece. Además, el potencial de conocimiento, de innovación, de investigación, los recursos humanos de la Comunidad, sus condiciones privilegiadas en tantos aspectos, no merecen que ni se exploren esas posibilidades para lograr una sociedad más equilibrada y menos desigual.
Resulta una auténtica malversación política no convocar todo este potencial del que disponemos para hacer de Madrid una región puntera en el mundo.
Ustedes han tenido la oportunidad de modificar, de practicar otra política, y han consolidado año tras año lo que ya existía, acompañados de quienes pretendiendo venir a cambiar las cosas, apuntalan, conformándose con supuestas mejoras parciales, un modelo de Comunidad inapropiado y resignado.
En el caso de que tras la votación de hoy estos presupuestos sigan adelante, trabajaremos con toda lealtad institucional y por el bien de los madrileños, para mejorar en lo posible esta pérdida de oportunidades que han presentado. Aunque ello les obligue a modificar los datos de la publicidad exhibida recientemente.

Pero tras un análisis pormenorizado del Proyecto de Ley de Presupuestos 2018, consideramos que es nuestra responsabilidad presentar esta Enmienda a la Totalidad. El torpe argumento de que si fuera por nosotros no habría presupuestos se desbarata con las razones expuestas. Sí habría presupuesto, pero sería bien diferente. La devolución al Gobierno supondría abrir el espacio para que trabajáramos conjuntamente para lograrlo.



Réplica de Ángel Gabilondo. 




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